Anda estos negros días el rojerío patrio alterado por la catástrofe causada por la gota fría de toda la vida en la Comunidad Valenciana. Los muertos, que superan los 200, los desaparecidos, la ruina económica les importan más bien poco. Lo que les preocupa es que corre como la espuma ese durísimo «solo el pueblo salva el pueblo». Un lema que, como el fango, ha hecho estallar en mil pedazos lo que ellos llaman pomposamente «el relato». Ese relato que ha llevado a que España sea algo bastante parecido a un Estado fallido.
Un tío que responde al sobrenombre de España Bola ha sido capaz de activar en 36 horas toneladas de alimentos y material para trasladar desde Madrid a Valencia. Lo ha hecho con los jóvenes de Revuelta, asociación vinculada a VOX, la malvada ultraderecha. Mientras ellos hacían eso, los que tenían que actuar por obligación estaban más preocupados por el relato que por la trágica realidad. La indecencia está a la vista de todos pero se recoge en una sola frase apuntada por la ministra de Igualdad en un folio mientras celebraba, con 200 muertos aún calientes y decenas de desaparecidos, una reunión para ver no sé qué gilipollez de la igualdad de género durante la catástrofe: «Es nuestro momento».
En el lado del PP la cosa no es que esté mucho mejor. Mazón está sobrepasado por la crisis y su consellera Nuria Montes ha demostrado una insensibilidad solo equiparable a la de Sánchez. De Feijóo ya ni hablo porque siempre he dicho que un señor más cercano a los supremacistas de Puigdemont que al PP real no puede liderar ese partido.
Solo el pueblo salva al pueblo. Es verdad. Y seguiremos haciéndolo como lo hemos hecho siempre. Pero ahora ya no hay relato que valga. Os queremos fuera. A los unos y a los otros.