Es la exclamación con la que la APB podría haber titulado este martes, de forma sarcástica obviamente, su anuncio de la prórroga de un año a PyLS para seguir gestionando las instalaciones que durante casi un siglo fueron del Club Náutico. Es de esas cosas que no esperas que sucedan pero que sabes que sucederán.
La prórroga es un poco cuestionable dado que PyLS no ha cumplido algunas de las promesas que tenía que cumplir en los primeros 12 meses de la concesión. Por ejemplo, ¿alguien puede decir qué actividades sociales ha organizado para fomentar el acceso al mar? ¿O cuántas becas ha dado para que familias vulnerables puedan disfrutar de esos cursos de vela para niños y adultos de los que tampoco nada se sabe? ¿Dónde está el aula del mar? ¿Y las regatas? ¿Placas solares? A todo esto le llamaba la APB «enfoque novedoso» cuando decidió darles la concesión.
Pero, lo más importante, ¿dónde está el dique flotante? Sigue en Alicante. La culpa la tiene la DANA de Valencia. No lo digo yo, lo dice la APB, que también dice que es lo que le ha dicho PyLS para justificar que el dique aún no esté donde tiene que estar. Y por eso les han dado seis meses más de plazo para algo que tendrían que haber hecho entre mayo de 2024 y mayo de 2025. Con el detalle de no tener que dar un palo al agua en temporada alta, no vaya a ser que les afecte a la caja.
Lo que hizo el martes el consejo de administración de la APB aprobando estas prórrogas es inexplicable (tiene un nombre y ustedes los saben). Como también lo es que votaran a favor los representantes del Govern, de los consells de Mallorca y Menorca, de las patronales y de los sindicatos. De la abstención del presidente de Formentera, ni hablamos. Si yo estuviera en la junta directiva del CNI, me dejaría de tonterías y me prepararía para la guerra.