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Opinión

Santa María

| Ibiza |

Me he decidido a hablar de la Santísima Virgen en este mes de mayo, dedicado preferentemente a honrar a la Madre del Señor. Además de rezar, con verdadero afecto, por el nuevo Papa, León XIV, suplico que Santa María bendiga y proteja a su Santidad por el bien de la Iglesia y del mundo.

«Ahí tienes a tu Madre». Jesús nos había dado los grandes regalos de su Divino Corazón. Por nosotros y por nuestra salvación bajó del Cielo. Se digno hacerse hombre verdadero sin dejar de ser Dios verdadero. Fundó la santa Iglesia, le dio los siete sacramentos, predicó su Doctrina de Paz y Amor por los caminos de Palestina, y al final de su vida terrena muere clavado en la Cruz, no sin antes darnos a su Madre Santísima. Ahí tienes a tu Madre.

Nosotros, los cristianos deberíamos decir con todo el afecto de nuestro corazón y de una manera sincera y veraz: Madre, aquí tienes a tus hijos. Todos podemos exclamar con júbilo, con San Estanislao de Costka: La madre de Dios es mi madre.

Ciertamente es muy fácil hablar de la Virgen María, pero lo más difícil es hablar de Ella con dignidad y amor. A una madre se la quiere, se la respeta y se la venera. Ser agradecidos a nuestra madre es propio de los buenos hijos. Demos gracias a nuestra propia madre por todo el bien que nos ha hecho: sus desvelos, sus sufrimientos, su tierno amor, su ejemplo de abnegación y cariño por todos sus hijos. ¡Gracias, madre! ¡Gracias, mamá!

Después de Jesucristo está la Virgen Santísima, la madre del Señor. Decía lo difícil que es hablar con mucho amor a Santa María.

El día 20 del mes de agosto celebramos la fiesta de un santo devotísimo de la Virgen María, el cual afirma, con estas hermosas palabras, que hacen alusión a Nuestro Señor Jesucristo. «Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, y júbilo en el corazón». Y después de lo dicho proclama un cantico de amor que nos hace presentes su tierno amor y su absoluta seguridad en la protección de María, Estrella del Mar. Todos los cristianos podemos hacer nuestras estas palabras de San Bernardo, Abad de Claraval. Si se levantasen vientos de tentaciones, si tropezases con escollos de tribulaciones, mira a la estrella, invoca a María. Si te ves sacudido por las olas de la soberbia, de la detracción, de la ambición, o de la envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la ira, la avaricia, el deleite carnal sacudieren con furia la navecilla de tu alma, vuelve los ojos a María. Si turbado ante el recuerdo de tus enormes pecados, o aturdido por la deformidad de tu conciencia, o aterrado ante el pavor del juicio, comienza a sumergirte en la sima sin fondo de la desesperación, piensa en María, invoca a María.

Que María no se aparte de tu corazón, no se aparte de tu boca, y a fin de obtener los sufragios de su intercesión, no te aparte de los ejemplos de su vida. Si la sigues no te desanimarás, si recurres a ella no te desesperarás, si en ella piensas no te perderás, si ella te tiene de su mano no caerás, si te protege, nada tendrás que temer, si te dejas llevar por ella, no te fatigarás, si ella te ampara llegarás felizmente al puerto. Así experimentarás en ti mismo con cuanta razón se dijo: Y el nombre de la Virgen era María.

María de Nazaret, la mujer que dio a luz a aquel que es el Redentor del mundo. La Madre de Dios y Madre nuestra que vive en el Cielo en cuerpo y alma. Toda hermosa eres María y en Ti no hay mancha de pecado original. Cuando Dios quiso para Él una madre, no le interesó que fuese una mujer famosa, rica y de gran prestigio social; pero si quiso que fuese humilde, una sencilla mujer de pueblo. Dios la preparó desde la eternidad para que fuese digna morada de su Hijo; por eso la hizo Inmaculada, de espectacular belleza, llena de gracia. Dios Padre hubiera podido escoger otras mujeres insignes y prestigiosas del Antiguo Testamento, como Esther, Judit, Raquel, Débora, Rebeca, Sara, etc. En cambio, escogió para madre de su Hijo una joven humilde, más bien pobre, en cierto modo desconocida, excepto en el pequeño pueblo de Nazaret, como la esposa del carpintero. ¡Toda hermosa eres María! Todas las advocaciones de la Virgen son hermosas, pero para nosotros, los de Ibiza y Formentera, nuestra Señora Santa María, la Mayor o nuestra Señora de las Nieves, es y debe ser la que nos ampara, nos protege y nos llena en su Inmaculado Corazón. Reina poderosa y madre amorosa.

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