Hace unos días viví uno de los momentos más emocionantes y transformadores de cada año y ya van cinco: participé como modelo con discapacidad en el desfile del Ibiza Fashion Day 2025, una cita ya imprescindible en la isla, que este año celebraba su quinto aniversario. Desfilar en la pasarela instalada en el TRS Ibiza Hotel no fue solo una experiencia estética, sino una reivindicación profunda: la belleza, la diversidad y la inclusión no deben ser excepciones, sino norma.
Ibiza ha vuelto a demostrar que puede ser vanguardia también en valores humanos. La pasarela —impulsada por Emma Torres y Enrique Villena con la colaboración de entidades públicas y privadas comprometidas, y con embajadores como Irene Villa y Miguel Ángel Silvestre— no solo presentó moda. Presentó lucha. Presentó cuerpos reales, historias valientes y miradas que gritan dignidad y fuerza. Porque la moda también puede ser trinchera, un altavoz que amplifica la voz de quienes históricamente hemos sido silenciados o invisibilizados.
Los medios ya lo han descrito como «el desfile más reivindicativo y solidario» y no es para menos. Bajo el lema de la diversidad, compartí espacio con compañeras y compañeros que, como yo, desafían los cánones tradicionales de belleza y funcionalidad. No desfilamos a pesar de nuestras discapacidades, sino con ellas, desde ellas, haciéndolas parte de nuestra narrativa, de nuestra potencia. No buscamos lástima, buscamos lugar. Y en Ibiza, lo hemos encontrado.
Agradezco profundamente a todas las entidades que han hecho esto posible. Al Consell d’Eivissa, por su implicación institucional en la visibilización de los cuerpos diversos. A la organización de Ibiza Fashion Day, por entender que moda y justicia social no están reñidas. A Imam Comunicación liderada por Montse Monsalve por dar valor a la marca. A los diseñadores y diseñadoras: The Origin Ibiza by Nando Talavera, Saró, Linnea Ibiza (Handmade), Caroline Cohen, Orígens by David Pomar, Ibimoda por Pepita Planells, Daniel Gianini design, que adaptaron sus creaciones a cada cuerpo como si fuera único (porque lo es). A los patrocinadores privados, sin los cuales esta celebración no habría tenido la fuerza que ha demostrado. Y por supuesto, al público que nos aplaudió con los ojos brillantes, porque entendieron que esto no era solo ropa, era revolución.
También me emocionó ver cómo los medios recogieron lo vivido no desde el sensacionalismo, sino desde el respeto, hablaron de una pasarela diferente, auténtica, necesaria. Porque sí, necesitamos más espacios donde la diferencia no sea excepción, sino norma; donde la discapacidad no sea un obstáculo, sino una posibilidad.
Como modelo con discapacidad, soy plenamente consciente de los muros que aún existen. Pero también sé que momentos como el vivido en esta pasarela abren puertas, generan conversación, siembran conciencia. Que esto no se quede en una anécdota. Que sea un punto de partida.
Ibiza puede y debe seguir siendo una referencia en inclusión. Que la belleza no se mida en centímetros, que la elegancia no se niegue a quienes no entran en los moldes. Que la diversidad no sea una etiqueta para campañas puntuales, sino un compromiso diario y transversal.
Gracias, Ibiza, por recordarnos que no hay nada más poderoso que un cuerpo que no se rinde.
Gracias por hacerme sentir modelo, pero, sobre todo, persona.