«Ayer no tenían ni agua estas personas. Hoy es lo mismo, no hay carpa ni Cruz Roja». Son las palabras con las que el presidente del Consell de Formentera, Óscar Portas, ha explicado este miércoles en qué situación se encuentran los inmigrantes que llegan a la isla a bordo de las pateras. En tan solo unas horas, han arribado a las costas de Formentera unos 200 inmigrantes irregulares. Quien debería ocuparse de ellos, el Estado, no lo está haciendo. Mientras Sánchez disfruta del lujo máximo en Lanzarote y ministros como Óscar Puente trolean en X usando en beneficio propio las desgracias ajenas, en Formentera en particular y en Baleares en general siguen tensándose las costuras de la capacidad de acogida de unas personas que nos dicen que huyen, aunque nunca nos concreten de qué.
El Gobierno del socialista Sánchez está tratando con una mezquindad inusitada a Baleares en esto de las pateras. Por no hablar de la gestión de las tutelas de los menores extranjeros no acompañados, los menas. Unas tutelas ejercidas por los consells insulares y que se han convertido en un negocio vomitivo para unas cuantas empresas a las que pagamos, en el caso de Ibiza, la friolera de 9.000 euros mensuales por cuidar, dicen, a cada uno de estos menores. Se rumorea, por cierto, que un conocido político de la isla alquila una de sus propiedades para este fin por una cantidad indecente de dinero. Si no fuera cierto, bien podría serlo porque la indecencia es el único hecho diferencial que caracteriza a este personaje, no su imaginaria pertenencia a unos también imaginarios Países Catalanes.
Como cada agosto, la llegada de las pateras se convierte en avalancha mientras la títere de Marlaska en las Pitiusas, la directora insular de la Administración del Estado, Raquel Guasch, guarda un escandaloso silencio a pesar de que su isla, Formentera, es la más afectada. Lo que sea por mantener la poltrona. Qué asco da todo ya...
Revelles, parte del ayuntamiento de Sta Eulalia tampoco tienen agua, embotellada, del grifo si. Otra parte, la de arriba, si.