Decía Manuel Pavón, director general de Inmigración y Cooperación al Desarrollo del Govern, en una entrevista publicada en este rotativo que la llegada de pateras a Baleares es realmente «alarmante» y que «dato mata relato» a quienes le acusan de racista. Y no le falta razón: si bien en 2016 apenas llegaron una veintena de personas a las Islas, este año la cifra rebasa las 5.000 personas, de las cuales cerca de 2.000 han alcanzado las costas de Ibiza y Formentera. Y eso que todavía faltan cuatro meses para poner fin a 2025. Los consells de Ibiza y Formentera, especialmente éste último, llevan meses alertando de que están al límite económicamente y también logísticamente porque no hay ni espacios ni medios humanos ni materiales para atender la constante llegada de menores no acompañados. En este punto es preciso recordar algunas cifras, como que el Consell de Formentera destinó dos millones de euros a la tutela de 100 migrantes menores no acompañados el año pasado. Una considerable cifra que, como es lógico, afecta al resto del presupuesto insular. Y cuando nuestros representantes políticos sacan cifras como las mencionadas a relucir, manifiestan públicamente sus gritos de auxilio y ayuda y verbalizan, como hizo la presidenta Prohens, que plantarán batalla judicial para intentar evitar o frenar el reparto de más ‘menas’ del resto del país hacia las Islas porque no tenemos capacidad para más sale una ministra a insultar con la palabra «racista» y, días después, sale otro ministro a decir públicamente (a amenazar, más bien) que lo mismo manda a policías a las comunidades que se opongan. ¿Exactamente a qué, señor ministro? ¿Mandará también a la policía a Castilla La Mancha que, estando dirigida por el socialista Page, ya ha dicho también que irá por la vía judicial para intentar evitar o frenar el reparto de ‘menas’ porque no tienen suficiente dinero? Se suele decir que ‘lo mejor está por llegar’, pero en este delicado asunto, como en tantos otros que tienen que ver con este Gobierno, se puede afirmar que siempre, siempre todo puede ir a peor.
Opinión
Dato mata relato
María José Real | Ibiza |