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Víctimas de la falta de responsabilidad

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Desde mediados del pasado siglo XX, nuestra isla ha tenido que hacer frente a diversas situaciones de emergencia provocadas por precipitaciones que han ido más allá de lo que puedan considerarse como normales. Seguramente la cantidad de agua caída este pasado martes, habrá batido todos los récords conocidos en cuanto a los litros por metro cuadrado, ya que estuvieron muy cerca de los 300.

Ciertamente lo ocurrido, ni es nuevo ni puede sorprender a nadie, ya que se trata de un gravísimo problema, uno más, cuya resolución se ha ido dejando aparcada y somos víctimas de una absoluta falta de previsión y de responsabilidad. Esta última tormenta realmente fuerte, castigó sobre todo al municipio de Vila y la que posiblemente sea la infraestructura viaria más importante de la isla, la autovía del aeropuerto. El jueves, dos días después de la tormenta, se empezaban a sacar coches de las aguas acumuladas en determinados túneles de la citada autovía y no fue hasta el viernes a primera hora que esta vía de acceso al aeropuerto pudo reabrirse.

Por su parte, la situación en la que ha quedado buena parte del municipio de Vila debido a la lluvia torrencial es verdaderamente caótica. Los daños provocados por la tormenta han afectado muy especialmente, a todo lo que son plantas bajas y sótanos, ya sean comercios o viviendas residenciales, de las zonas del puerto, la Marina, Es Pratet, Vara de Rey, Paseo Marítimo y Avda. 8 de Agosto o Talamanca; con pérdidas que en algunos casos resultarán irrecuperables.

Pero como ya apuntaba, todo ello no es nuevo y es el resultado de una absoluta falta de previsión a la hora de proyectar y ejecutar un proyecto de municipio y determinadas infraestructuras. Resulta muy significativo que las zonas de la capital de la isla, donde las lluvias del martes provocaron más daños, coincida perfectamente con el mapa de zonas inundables de la ciudad de Eivissa que figura en el Plan de Prevención de Riesgos de Inundación redactado en 2001. Por lo tanto, nadie puede decir que no estuviéramos avisados de los peligros que el desarrollo urbanístico de dichas zonas podía conllevar.

Un municipio de reducidas dimensiones como el de Vila, con una gran parte de su superficie cubierta de asfalto y hormigón y, que ha seguido creciendo sin tener presentes determinados riesgos perfectamente imaginables, tiene un elevadísimo riesgo de ser víctima de un fenómeno natural como lo ocurrido el pasado martes. Una ciudad que vive de cara al mar, no puede proyectar un urbanismo que bloquee el curso natural de determinados elementos, como pueda ser la lluvia. A día de hoy, el puerto es una barrera artificial que provoca auténticos desastres al retener unas aguas de lluvia que cuando son torrenciales, discurren en superficie, ya que las infraestructuras subterráneas construidas para ello son insuficientes y están mal diseñadas. Una falta de previsión urbanística, donde ha primado el beneficio económico, muy por encima de la evaluación de determinados riesgos naturales, por mucho que estos fueran perfectamente previsibles y figuren en determinados planes, solo puede desembocar en situaciones catastróficas como la de hace unos días.

En cuanto al otro punto de irresponsabilidad de las administraciones públicas competentes, la autovía del aeropuerto, es un problema gravísimo, ya que se trata de una infraestructura básica de la red viaria que da acceso al principal punto de entrada y salida de pasajeros de la isla. Los problemas actuales de inundación de varios túneles existentes en su trayecto, ni son nuevos, ni son imprevisibles. Son el resultado de una nefasta ejecución del proyecto, que en su momento y por prisas para su inauguración y por la aplicación de recortes presupuestarios, no se ejecuto tal como estaba previsto en el proyecto aprobado en su momento. Fue precisamente el sistema de drenaje previsto inicialmente, el que no se ejecuto como estaba proyectado y se dio por buena una autentica chapuza, que hoy casi veinte años despues de su finalización sigue sin modificar y sigue siendo un problemón que afecta directamente a turistas y residentes durante todo el año.

No solo resulta que una simple y breve tormenta ya provoca el cierre de los túneles; también deja muchas dudas en cuanto a su gestión, ya que siempre queda algún coche o varios de ellos sumergidos en las aguas que fácilmente inundan esos túneles en cuanto caen cuatro gotas. Siendo conocedores del deficiente drenaje de la autovía, no se entiende que no se esté automáticamente pendiente de esos puntos cuando empieza a llover, evitando que algún vehículo se meta y no pueda salir. No dudo que la solución del problema resulte altamente costosa económicamente, pero que después de tantos años arrastrando el problema, este siga sin resolver, es de vergüenza y un claro ejemplo de ineptitud administrativa y política.

Invertir lo necesario y un urbanismo sostenible, son más prácticos de cara al interés general de la isla, que las fotos de políticos paseando por las zonas ya anegadas por mala gestión.

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