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Borrones y tachaduras

Ibiza y la gestión decimonónica de su basura

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Ibiza sigue atrapada en un modelo de gestión de residuos que ya debería estar en los libros de prehistoria: enterrar la basura en un vertedero y mirar hacia otro lado mientras el problema crece. Ca na Putxa es la prueba palpable de que esta estrategia caduca y poco respetuosa con el medioambiente, no funciona. Olores, lixiviados, impacto ambiental, conflictos vecinales… la lista de molestias es interminable y, lo peor, nunca desaparece. El vertedero está al límite y, pese a ello, la clase política ibicenca sigue jugando a desgastar al rival sin solucionar la crisis.

La única solución real, ahora mismo, es el traslado de residuos fuera de la isla para su incineración. No hay otra opción viable a corto y medio plazo. Es un hecho: siempre habrá restos que no puedan reciclarse, por muchas campañas de reciclaje que se lancen, algo muy necesario pero que no resuelve el problema. Quien diga lo contrario engaña a la ciudadanía.

En el largo plazo hay que decidir qué se hace con los residuos. La sociedad ibicenca debe decidir si aborda el problema o si lo traslada a terceros, pagando el precio de externalizar su basura.

Imaginemos que llegue al Govern de Balears un partido o coalición de partidos que no estén dispuestos a asumir el trajín de camiones de basuras, como parece ocurrir en Mallorca con los partidos de izquierda, que no quieren ni oír hablar del asunto. Me estoy refiriendo a PSOE, Més per Mallorca y Podemos. ¿Qué hará Ibiza entonces? Depender de otros para resolver tus propios problemas es una debilidad que puede tener consecuencias. La isla necesita autonomía en la gestión de sus residuos, capacidad de decisión y, sobre todo, liderazgo político que tome decisiones claras y firmes.

Pero, ¿cuál es la propuesta del PSOE, de Vox y del resto de formaciones políticas ibicencas? Hasta ahora, más críticas que alternativas: se quejan de lo que haga el PP, pero se muestran reticentes a mojarse con soluciones concretas. Están más ocupados en criticar que en aportar. Y el PSOE ibicenco, más centrado en mentir que en otra cosa, porque insisten en denunciar que el PP quiere construir una incineradora, sin aportar ninguna prueba e ignorando lo que supondría una infraestructura de ese tipo, que tardaría lustros en estar operativa.

Tampoco apoyan claramente la exportación de basuras a Mallorca. Mientras tanto, el tiempo pasa, el vertedero se llena y los vecinos siguen soportando un vertedero infecto y atestado, gentileza de políticos miopes,

Si Ibiza quiere ser responsable, tiene que decidir si asume íntegramente la gestión de sus basuras o si la delega a otros, con el coste social, económico y medioambiental que eso implica. No hay atajos: enterrar la mierda no funciona, esperar que los demás lo solucionen es arriesgado, y cualquier dilación solo empeora la situación. La política insular tiene una oportunidad de demostrar seriedad y capacidad de decisión. O sigue jugando a la pasividad mientras el vertedero amenaza con saturarse, o se enfrenta a su responsabilidad.

La incineración fuera de la isla no es un capricho; es la consecuencia inevitable de décadas de no afrontar el problema. Pero sigue estando sobre la mesa la pregunta clave: ¿queremos realmente resolver este problema o solo disfrazarlo de debate ideológico mientras la basura se amontona en un vertedero infecto? Ibiza no puede permitirse esperar más.

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