El chef turco Salt Bae ha estado este martes visitando las obras de los apartamentos de lujo y restaurantes que está levantando en la milla de oro de Vila. A su alrededor, un enjambre de personas interesadas en el edificio o en el cocinero revoloteaba a lo largo de la mañana, dispuesto a satisfacer todas las necesidades de un tipo que, en la distancia corta, parece muy agradable.
Gracias a Carlos Martorell, la fotógrafa y yo pudimos colarnos en el edificio y, ya dentro, a los guardianes de las esencias del mago de la sal no les quedó más remedio que permitirnos permanecer allí y acercarnos a un cocinero que logró situarse en los primeros puestos gracias a eso que llaman viralidad.
Lo realmente llamativo de este proyecto es que Nusret Gökçe, nombre real de Salt Bae, haya comprado ese solar y haya decidido construir apartamentos cuyos precios no creo que bajen del millón de euros. Y es llamativo porque, para empezar, la pestilencia del torrente de Sa Llavanera es imposible de obviar. Yo me imagino a una pija del norte llegando a Ibiza ilusionada para inaugurar con una gran fiesta su pisazo y descubriendo horrorizada que no puede abrir las ventanas ni un minuto. Lástima.
Si la infeliz descubre, además, que las prometidas vistas son a la fachada cochambrosa de la parte trasera de la Casa del Mar, la cosa ya es para mear y no echar gota.
Cuentan que el cocinero pagó 20 millones por el solar. Eso sí que es un pelotazo y no lo del chalet de Talamanca. Curiosamente, en ambos casos se puede localizar a los conseguidores habituales. Al de Talamanca me cuentan que al final le salió bien la cosa. Con el turco tengo mis dudas. Sobre todo cuando alguno de los presentes en la visita me contaba con resignación que Salt Bae había intentado «comprar» la Casa del Mar para integrarla en el complejo porque le habían dicho que podía hacerlo. Me puedo imaginar quién tuvo la idea.
¿Los Costaaaaa?