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Los soldados Ryan

«Pero cuando estos chicos vuelvan a pisar su tierra natal no deberían olvidar que otros cientos de jóvenes que dejaron todo atrás no serán nunca reclamados por su país y absolutamente nadie se preocupará por ellos»

Fotograma de la película 'Salvar al soldado Ryan' dirigida por Steven Spielberg | Foto: Redacción

| Ibiza |

Tres de los cuatro hermanos Ryan fallecieron en combate durante el desembarco de las tropas aliadas en Omaha Beach el 6 de junio de 1944. Tan solo el joven recluta James Francis Ryan, de la legendaria 101 División Acorazada, sobrevive en algún recóndito lugar de Normandía. La orden es que debe ser encontrado y llevado de regreso a casa para paliar el dolor de su familia. Para lograr la misión, un pelotón dirigido por el capitán Miller e integrado por otros siete valientes soldados inician su búsqueda atravesando las peligrosas líneas enemigas nazis. A pesar de conseguir su objetivo y encontrar a James, la práctica totalidad de los componentes del grupo pierden la vida. Pero, de entre los miles de soldados que perecieron en la contienda luchando por la libertad, tan solo había que salvar a uno. La historia, inspirada en el trágico fallecimiento de dos de los hermanos Niland durante la Segunda Guerra Mundial, fue llevada al cine en 1998 en Salvar al soldado Ryan, una película estadounidense dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hanks en el papel del capitán John H. Miller que fue premiada con cinco estatuillas por la academia de Hollywood convirtiéndose en una obra maestra del cine bélico gracias a la recreación extremadamente realista de la batalla que recogen sus primeras secuencias. Pero, más allá de ser una icónica película de guerra, la cinta transmite el eterno dilema entre el sacrificio del colectivo y la salvaguardia de un único individuo convertido en una auténtica cuestión de Estado por causas más o menos loables.

Como conocerán, nuestras islas constituyen de un tiempo a esta parte el destino preferido de un flujo migratorio ilegal sin precedentes que aumenta exponencialmente cada año. Miles de argelinos de todas las edades arriban sistemáticamente a nuestras costas en precarias embarcaciones con las que recorren los 300 km que nos separan del país norteafricano a través de una peligrosa travesía. Son ya más de 6.000 personas las llegadas al conjunto de las Baleares en lo que va de año, siendo las Pitiusas el destino de al menos la mitad de ellos. Más de 300 de estos inmigrantes son menores no acompañados de nacionalidad argelina, de los que 77 están siendo tutelados por el Consell de Ibiza y 98 por el de Formentera, lo que ha supuesto exceder con creces la capacidad técnica, económica y humana de las administraciones insulares para atender la crítica e insostenible situación de emergencia migratoria que se registra en nuestro territorio.

Pero el episodio más sorprendente y que puede cambiar el rumbo de los acontecimientos se produjo a media tarde del miércoles 3 de septiembre. Ese día desembarcaron en Playa d’en Bossa siete inmigrantes argelinos de entre 14 y 17 años que realizaron el trayecto solos y en una lancha a motor diseñada para activades recreativas en aguas tranquilas cercanas a la costa. Estos siete magníficos, como los de la película de Yul Brynner, Steve McQueen y Charles Bronson entre otros, documentaron al detalle su viaje desde Tamentfoust hasta su llegada al centro de menores al que fueron trasladados a través de multitud de videos que muestran sus andanzas y que se viralizaron tras ser publicados en sus redes sociales. En ellos se les ve felices y contentos cantando y bailando mientras celebran con efusividad el éxito del final de su aventura al vislumbrar la tan deseada costa ibicenca. Tal es así que se han convertido en héroes en su país natal, provocando su viaje un peligroso efecto llamada entre la población juvenil argelina que contempla con inusitada fascinación su trepidante hazaña.

Pero miren por donde, cuando nadie se lo esperaba, lo que hasta el momento no era más que un nuevo caso de llegada de inmigrantes a las Islas Baleares ha derivado en la sorprendente solicitud de repatriación de este grupo de menores por parte de su país de origen, siendo éste precisamente el tema central sobre el que giró la reciente reunión que mantuvo el ministro del Interior español Fernando Grande-Marlaska con Said Sayoud, su homólogo en Argelia. ¿Y por qué estos siete y no el resto? ¿Qué tienen estos chavales de especial? Solo el gobierno argelino conoce las respuestas a estas preguntas, eso está claro. Pero parece que nadie se ha parado a pensar, siendo lo que realmente puede llegar a interesarnos en mayor medida a todos, que el rescate y regreso a casa de estos particulares soldados Ryan puede servir de excusa perfecta para retomar con fuerza las conversaciones con las autoridades de Argelia y, sobre todo, para que éstas muestren definitivamente una decidida disposición a colaborar en el necesario control en origen de este incesante tráfico ilegal de personas. Solo así conseguiremos evitar que miles de argelinos consigan salir de su país y alcanzar nuestras costas saturando más aún los ya de por sí exiguos recursos existentes.   

Ya ven que las decisiones individuales tienen un efecto determinante en los acontecimientos futuros, porque estos siete jóvenes pueden llegar a convertirse involuntariamente en la luz al final del largo y oscuro túnel creado por la extraña, incomprensible e inexplicable decisión de apoyar nuestro gobierno el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. Todo apunta a que serán repatriados a su país de origen para apaciguar a sus familias como pretendía hacerse con el soldado Ryan. Pero cuando estos chicos vuelvan a pisar su tierra natal no deberían olvidar que otros cientos de jóvenes que dejaron todo atrás no serán nunca reclamados por su país y absolutamente nadie se preocupará por ellos. No esperamos que cuando regresen a casa, como decía Miller a su tropa sobre el recluta desaparecido, curen alguna enfermedad o inventen una nueva bombilla de larga duración, pero sí deberían recordar cuando esto ocurra las últimas palabras que el moribundo capitán le susurró a Ryan antes de fallecer: «James, sea digno de esto. Gáneselo». Porque ellos tendrán una suerte con la que otros muchos no contarán.

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