Cartón tras cartón, los números que se van cantando se tachan a toda velocidad. No siempre es fácil seguir el ritmo, pero todos los presentes se esfuerzan por hacerlo. Cerca de dos centenares de personas participaron ayer en el ya tradicional bingo solidario de Sant Josep. Muchos de ellos llevan desde su primera edición, hace ya más de quince años, sin faltar a la cita el día de Navidad. En esta ocasión la asociación Ibiza-IN ha repetido como beneficiaria del evento que ha permitido a tantos vecinos disfrutar de una actividad diferente en un día tan especial.
El año pasado se habilitaron plazas para más de 150 personas y, pese a ello, hubo gente que tuvo que quedarse de pie. El éxito se ha trasladado a esta edición en la que el 50 por ciento de lo recaudado con los cartones se dedica a los premios y la otra mitad a fundación Ibiza-IN. Su secretaria, Susana Ribas, explicaba antes del comienzo del evento que «el año pasado se lograron recaudar 1.200 euros para la fundación, y esperamos repetir el éxito».
Con lo recaudado, se emprenderá un proyecto de musicoterapia para que los niños y niñas que tengan autismo «puedan aprender a controlar sus emociones». Para ello es necesario una importante cantidad económica «tanto para los instrumentos como para contratar a un instructor». El objetivo último de esta fundación es «fomentar que todas las personas puedan disfrutar de las mismas actividades, sin distenciones por su funcionalidad».
A partir de las seis de la tarde la carpa empezó a llenarse de gente dispuesta a pasar un buen rato a la vez que participaban en esta iniciativa solidaria. A la hora de comenzar ya casi no quedaba ningún hueco en una carpa que estuvo llena durante las dos horas que duró el evento. Ocho partidas en las que ocho afortunados tuvieron la suerte de cantar bingo con unos cartones que oscilaban entre uno y dos de coste.
De entre los asistentes, José María Vera y Juan Márquez son de esos participantes que no han faltado a ninguna edición. Según explicaron, «es una manera de pasar la tarde en Navidad, que después de la comida no se suele hacer nada. Gastas unos diez euros, te entretienes y ayudas para una buena causa». Juan y su mujer, Rosa, son de Vila, pero suben todos los años a Sant Josep junto a Toñi y su marido, José María, que son vecinos de Can Nebot. En definitiva, todos pasan una jornada especial de bingo solidario.