La playa de S’Arenal Gran fue el punto de partida para las fiestas de Portinatx, y lo hizo con uno de los momentos más esperados por los más pequeños, y es que ningún año puede faltar la fiesta de la espuma.
Aunque el cañón no estaba previsto hasta las seis de la tarde, media hora antes ya se podía ver a familias enteras esperando en la zona más sombreada, justo al lado del escenario. Algunos se sentaban en el camino de madera que lleva a la orilla, mientras sonaban canciones que animaban el ambiente. «A ver si empiezan ya, que están los críos nerviosísimos desde la hora de comer», comentaba una madre, mientras su hijo, con bañador y gafas de buceo, no paraba de mirar hacia donde estaban preparando todo.
Los organizadores, mientras tanto, daban los últimos retoques. Desde la barra, un voluntario de la asociación de fiestas aprovechaba para informar de lo que vendría después. Un poco antes del anochecer comenzaba el cine de verano. Algún padre organizaba la noche, las cosas que harían falta para disfrutar en familia, como algunas sillas y toallas.
Antes de lanzar la espuma, se organizaron varios juegos para calentar motores. En grupos de unos veinte niños y niñas, participaron en una especie de relevo con esponjas y cubos. Había que vaciar los de delante y llenar los del fondo. Algunos estaban algo tímidos, pero en cuanto empezó la competición, ya no hubo vuelta atrás. También se usaron conos, aros y pelotas para otras actividades en la arena, que acabaron con todos llenos de arena y bastante acalorados.
Y entonces, el cañón de espuma. En cuanto lo encendieron, un chorro blanco salió disparado hacia el centro de la pista improvisada. Los gritos no se hicieron esperar. Niños y niñas corrían de un lado a otro, intentando atrapar la espuma con los brazos. Algunos se lanzaban a cogerla, otros hacían montañas, y había quien simplemente se quedaba quieto, dejando que la espuma le cayera encima. «¡Es como una nube!», se oía gritar a uno de los participantes, que no tendría más de 10 años.
Algunos padres también se animaron. «Yo he dicho que no me iba a meter, pero ya ves», reconocía un padre mientras escurría la camiseta.
Neus BucNi la meua tampoc s'ha entes . Quizá ni es varen gastar ni 200 litres. ( dos cents litres).