Las fiestas de Jesús arrancaron este sábado por la tarde con una jornada marcada por la recuperación de costumbres de Ibiza. La Colla de l’Horta fue la encargada de organizar la fonyada de raïm, que reunió a grandes y pequeños en la plaza del pueblo para pisar uva como antiguamente y recordar un proceso que antaño formaba parte de la vida cotidiana de las familias payesas.
«Normalmente esta es la fiesta que inicia las fiestas de Jesús», explicó Vicent Escandell, presidente de esta colla. «Empezamos a organizarla desde que se inauguró la plaza, con la idea de recuperar juegos tradicionales e infantiles. Con los años ha crecido muchísimo. Ahora contamos con niños que aprenden a bailar, artesanos que enseñan sus oficios y, desde el año pasado, una cantada payesa de los alumnos del curso de glosa».
Los niños fueron, un año más, los protagonistas de la fonyada, disfrutando de la sensación de pisar las uvas mientras lo comparaban con «carne seca». Para muchos, como Laia, la experiencia es también una cuestión familiar: «Participo porque mi tío lo organiza y por tradición», explicó. «Mucha gente que hacía años que no había visto funyar vuelve y lo disfruta mucho, porque les recuerda cuando lo hacían en casa», destacó Maribel.
El ambiente se completó con una muestra de artesanía a cargo de miembros de la colla, que enseñaron oficios tradicionales como la elaboración de alpargatas de esparto. «Primero se hace la suela, después el cordellí de pita y finalmente se ensamblan todas las piezas», detalló Margarita.
Mientras tanto, los más pequeños disfrutaban con los juegos tradicionales, dinamizados por Alfredo Marí, de Jugueroix dels Gegants de Santa Eulària. «Si no hacemos cosas de estas, pocos años nos quedan de cultura», señaló. «Es importante que los niños aprendan cómo se jugaba antes, que vean que nada estaba hecho y que todo tenía un proceso. Aprenden rápido y lo disfrutan mucho».
La velada terminó con una muestra de ball pagès en la que participaron tanto los grupos más veteranos como los más jóvenes de la colla. Como cierre, los alumnos del curso de glosa ofrecieron una cantada payesa, una tradición casi en desuso que la colla está recuperando. «Cada vez perdemos más identidad cultural y, por eso, estas fiestas son más necesarias que nunca. Si la gente joven ve nuestras costumbres y se une a ellas, todavía mejor. Es la manera de mantener viva nuestra cultura», concluyó Escandell.