El último miércoles de octubre ha marcado el fin de una nueva temporada del Hippy Market Punta Arabí, el mercado más antiguo de Ibiza. Entre puestos de ropa artesanal, música en directo y talleres infantiles, el recinto de Es Canar volvió a llenarse de color antes de cerrar sus puertas hasta abril de 2026.
Pese a las más de cuatro décadas de historia, el mercadillo sigue siendo un referente. Pero esta vez, el cierre llega con sentimientos encontrados. «Ha sido una temporada un poco más floja, aunque para mí ha ido bastante bien. Aquí sigo», cuenta Elena Domenica, del puesto Helena La Herba, que este año se estrenaba con su propio proyecto tras haber trabajado para otros vendedores en ocasiones anteriores.
Como ella, muchos coinciden en que 2025 no ha sido un año fácil. «Los precios del alquiler están por las nubes. Muchos compañeros se han tenido que ir porque ya no pueden permitírselo», lamenta.
«Ahora es más comercial»
Entre los pasillos del mercado todavía se respira el espíritu de los inicios, pero quienes llevan tiempo aquí notan los cambios. María, del puesto Moksha, cree que la esencia se mantiene, aunque el público y los hábitos ya no son los mismos. «Antes venir al mercado era algo exótico. Había cosas únicas, de los viajes de los hippies. Ahora hay más comerciantes, más productos iguales, y la gente compra de otra forma. Miran más, comparan precios, y muchos prefieren solo pasear».
Aun así, el ambiente sigue siendo una de las razones por las que muchos repiten. «A la gente le gusta venir, escuchar música, ver los puestos… aunque compren poco, se van contentos», resume.
Artesanía frente a lo industrial
Quien mejor representa el pasado y el presente del Hippy Market es Gerritte, que lleva casi medio siglo detrás de su puesto Original de Ibiza Handmade. «Este año ha sido malísimo. Las ventas han bajado un 50 %. La gente no compra, todo está más caro: los materiales, los seguros, los alquileres…», explica con resignación.
«Yo hago todo aquí, con algodón español. Pero competir con lo que viene de fuera es imposible. Muchos venden cosas hechas en Asia por cuatro duros, y claro, no se puede competir con esos precios», destaca la artesana. Pese a todo, Garrete reconoce que entre los artesanos aún queda compañerismo: «Sí hay competencia, pero también apoyo. Al final todos estamos en lo mismo».
Aprendizaje constante
Para otros, la temporada ha sido más positiva. Rossella, que pasó de ser masajista a artesana, valora el crecimiento personal que le ha dado el mercado: «Cada año aprendo algo nuevo: a exponer mejor, a conocer al cliente, a mejorar mis productos. Me gusta el contacto con la gente, las diferentes culturas. Es un trabajo intenso, pero me encanta».
En la misma línea, Flavia, de Ca N’Aloe, con 25 años de trayectoria, también ha notado un verano más irregular, aunque destaca la buena energía entre los vendedores: «El ambiente entre nosotros mantiene la esencia de siempre. Si no fuera por eso, sería difícil seguir».
Con las luces apagándose en los puestos y la música despidiéndose hasta el año que viene, el Hippy Market Punta Arabí cierra una temporada de contrastes, pero con la misma autenticidad que lo ha convertido en una cita imprescindible en Ibiza.
,,, el espíritu, de que contra más suba el precio,,más beneficios tendrán..vamos primero de economía..