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Bares de siempre

Sa Famili, «buena gente, buena comida y buenos precios»

El bar fundado por la familia Mestre en 2005 continúa siendo punto de encuentro diario para vecinos, trabajadores y amigos

Sa Famili, «buena gente, buena comida y buenos precios» | Foto: Toni P.

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Aunque la historia del bar Sa Famili comienza oficialmente en la Semana Santa de 2005, sus raíces se hunden varias décadas atrás. A finales de los años sesenta, José Ribas, Mestre, y su cuñado Antonio Ripoll fundaron Es Racó d’en Xic en Platges de Comte, uno de los primeros chiringuitos de la zona.

Por aquel entonces, en 1968, llegaba a Ibiza desde Cataluña una joven Josefina Anglada con la idea de pasar tres meses de trabajo en la isla. No podía imaginar que aquel verano cambiaría su vida, formando una familia y quedándose en Ibiza para siempre.

Racó d’en Xic
Con el tiempo, la pareja formó familia y consolidó su experiencia en hostelería.

Tras un paréntesis obligado por cuestiones burocráticas, Fina retomó el timón de Es Racó d’en Xic en 1996, ya con una amplia trayectoria profesional. «Durante años llevé la barra de los clubes de la tercera edad de Sant Antoni y Cala de Bou», recuerda.

Aquella etapa duró hasta 2005, cuando una nueva subasta de concesiones hizo imposible continuar. «Alguien ofreció casi cuatro veces más de lo que pagábamos. Era inasumible dentro de nuestra línea de negocio», explica Fina sobre el espacio «que hoy llaman cala escondida».

Lejos de rendirse, los Mestre decidieron reinventarse. En plena madurez laboral, y con la ayuda de sus hijos mayores, los mellizos Santiago y José, emprendieron una nueva aventura en Cala de Bou.

Sa Famili
El nombre elegido para el local fue toda una declaración de intenciones: Sa Famili. «Porque eso es lo que somos y lo que queríamos transmitir: un lugar donde todo el mundo se sienta como en casa», resume Fina.

Por motivos administrativos, el negocio tuvo que registrarse oficialmente como Cafetería Mestre, pero el espíritu familiar siguió intacto. Hoy, Santiago está al frente del bar, con el apoyo constante de su madre, retirada desde hace doce años, pero aún pendiente de cada detalle. «Juan —mi marido— siempre echaba una mano, aunque él trabajaba con camiones.

Equipo
Pronto empezamos a tener empleados fijos, como mi nuera Isa o Lulú, que estuvo ocho años en la cocina», recuerda.

Actualmente, Cristina se encarga de los fogones desde el pasado enero, y Juan lleva la barra desde hace dos años, sustituyendo a Juanjo. La oferta culinaria de Sa Famili se caracteriza por su comida casera, sencilla y honesta, elaborada cada día con ingredientes frescos. Además de sus populares bocadillos —fríos o calientes—, el bar ofrece un plato del día que solo se repite los jueves, cuando toca el plato estrella de la casa: «una especie de arroç de matançes, pero mucho menos especiado», detalla Fina.

El resto de la semana sigue una rutina bien conocida por los clientes: legumbre los lunes, pasta los martes, guiso los miércoles y, los viernes, ensalada con pechuga, albóndigas o «lo que toque ese día». Todo a precios que se mantienen razonables y populares, otro de los sellos de identidad del establecimiento. «Lo único que ha cambiado del bar son los precios», bromea Fina. «Antes el plato del día costaba 4,50 euros; ahora está en 8,50, que sigue siendo barato. El café solo vale 1,30».

Ese equilibrio entre calidad, sencillez y cercanía ha consolidado una clientela fiel que da vida al bar desde primera hora de la mañana.

Clientela
Entre ellos está Cristóbal, que confiesa entre risas que «viene demasiado a menudo». «Cada día me tomo el café, luego el vermut y muchas veces me quedo a comer. Los precios son buenísimos y los platos, contundentes. Lo que más me gusta es discutir con el camarero», añade divertido.

Otro habitual es Toni, que trabaja en un negocio cercano. «Vengo casi cada día a hacer la paradita y a tomarme el café o desayunar. Es un lugar tranquilo, con buenos precios y buenos amigos», explica mientras apura su tostada.

Neus, que divide su tiempo entre Valencia y Sa Serra, no falta nunca cuando está en la isla: «Aquí vengo a tomarme el café de cada día. Da gusto estar aquí», comenta con una sonrisa. Y añade, entre bromas: «La única queja que tengo es el hielo».

Desde Sant Agustí se acerca a menudo José, veterano del sector hostelero: «He trabajado toda la vida en bares y restaurantes, y sé que lo más importante es el trato humano. Eso es lo que más se aprecia en un sitio como este. Por eso vengo siempre que puedo a ver a Juan y compañía».

Vicent coincide en esa sensación de familiaridad: «Es el lugar donde vengo cada mañana a tomarme el café. Si tengo tiempo, desayuno bien: tienen muy buenas tostadas y muy buenos bocadillos».

Y, como resume Luz, una de las clientas más fieles: «Vengo cada día. Aquí todo es bueno: buena comida, buenos precios, buen ambiente, buena gente».

Esa combinación de constancia y calidez ha convertido a Sa Famili en un punto de encuentro esencial en Cala de Bou. Un bar que, más allá de servir comidas, ha sabido conservar el espíritu de los antiguos cafés de barrio, donde se cruzan vecinos, trabajadores y amigos, y donde los lazos humanos son tan importantes como el menú del día.

En tiempos de franquicias y prisas, Sa Famili sigue siendo lo que su nombre promete: una familia abierta a todo el que entre por la puerta.

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