A mediados de julio, en plena ola de calor y sin agua. Así es como se encontraron los vecinos de Sant Ferran ayer al mediodía y sin previo aviso, cosa que tanto particulares como negocios no se tomaron muy bien. Era el caso de Núria, que regenta una céntrica peluquería y que se quejaba de que «tenía una clienta aún con el pelo por lavar y lo hemos tenido que hacer con agua de garrafa y fría». María, vecina afectada, se quejaba de la desinformación: «Nadie nos ha dicho nada. Ni que cortarían el agua, ni cuánto tiempo va a estar cortada. La gente ha de preparar la comida, o ducharse. Al menos, podrían haber avisado».
La razón del no aviso previo, según la empresa suministradora Aqualia, fue que no se trató de un corte rutinario sino de una avería, el clásico reventón, esta vez ubicado en la arteria principal que abastece a gran parte de la zona urbana de Sant Ferran. Los operarios de la compañía tuvieron que excavar primero y detectar después el punto exacto de la cañería afectada para cambiar la parte rota, una operación que debía durar varias horas pero que al final se pudo reducir a una hora y media.