Alrededor de medio millar de personas se concentraron a las 18 horas del jueves en Formentera en contra de las nuevas licitaciones de los quioscos de playa. La protesta, organizada por los actuales concesionarios, tuvo lugar en la plaza de la Constitución de Sant Francesc y consistió en un minuto de silencio en a modo de duelo por la pérdida del modo de vida que han mantenido en la isla durante décadºas.
El minuto de silencio terminó con emoción, tanto entre los asistentes como entre los organizadores, algunos de los cuales no pudieron evitar llegar a las lágrimas. El presidente de la Asociación de Concesionarios de Playa de Formentera, Bartolo Escandell, visiblemente emocionado, no quiso hacer declaraciones «hasta la semana que viene, cuando haya pasado todo y podamos revisar el pliego de condiciones».
Entre los asistentes también hubo representantes políticos, tanto de Sa Unió como de Gent per Formentera. En este último caso, pese a formar parte del equipo de gobierno que redactó el pliego de condiciones, se posicionaron en contra de estas nuevas licitaciones. Susana Labrador, secretaria general de GxF, declaró que «siempre hemos defendido las particularidades de Formentera, y este concurso es un ejemplo de que las leyes no tienen en cuenta estas particularidades. Lo único que podemos hacer es velar por que, desde la Conselleria de Medio Ambiente, se controle escrupulosamente que las empresas adjudicatarias cumplan con lo que dice el pliego. No obstante, seguiremos luchando para que estas leyes superiores tengan en cuenta nuestras particularidades».
Por su parte el portavoz de Sa Unió, Llorenç Córdoba, quiso subrayar la defensa de su grupo por el «negocio familiar frente a grupos empresariales o de fondos de inversión. No es un tema de que sean de Formentera o de fuera, es un tema del modelo de negocio».
‘Salvem l'ànima de Formentera', ‘Formen no se ven', o ‘Formentera Paraíso vendido' eran los eslóganes que rezaban las pancartas que acompañaron la concentración. El ambiente de la protesta fue en paralelo al meteorológico: triste, nublado y plomizo. La lluvia amenazante no llegó a descargar y los paraguas no llegaron a desplegarse. Tampoco se descargó la frustración ni tuvieron que desplegarse las fuerzas de seguridad desplazadas hasta la pitiusa del sur, sí hubo lágrimas y abrazos. Entre los organizadores y entre los asistentes.
A Oliver, de Cala Saona, que portaba la pancarta ‘Formen no se ven', también le brillaban los ojos. «Ahora todo cambiará. El dinero lo cambia todo y por dinero van a cambiar los chiringuitos de toda la vida. Yo he ido siempre a los chiringuitos y ya no va a ser lo mismo», explicó con rabia.
Toni Ribas estaba en la concentración acompañado de una familia de amigos y turistas asiduos a la isla. Junto a dos niñas francoparlantes y su madre, el formenterés declaró que «esto es una vergüenza. Un robo a toda la gente de la isla. No solo para los propietarios, también para nosotros, que íbamos a los chiringuitos a tomarnos algo con los amigos. Ya ves que los amigos también son de fuera. Esto ya no volverá a ser lo mismo. Hace más de 30 años que nos encontramos en los mismos lugares y ya no volverá a ser lo mismo. Cambiarán los precios, cambiarán las calidades…».
«Están eliminando los chiringuitos viejos. Los que llevan toda la vida trabajando y han levantado la isla durante las últimas décadas. Ahora, con las nuevas licitaciones, vemos que todo esto va a desaparecer. Van a cambiar el modelo de negocio familiar para reemplazarlo con un sistema de chiringuitos antinaturales, que vienen de la cultura del bech club de Ibiza, del modelo de las botellas de champán, las ostras y el caviar». Así se manifestó Andoni Joseba Fernández, mientras sujetaba su pancarta en contra del cambio de modelo de negocio en la isla en la que lleva 35 años viviendo.