Jordi Tur (Ibiza, 1984) lleva años al frente del negocio familiar que fundó su padre en la calle Aragón, la ferretería Fita. Sin embargo, la vida de Jordi huele a mar. No en vano, ha competido en la selección nacional de vela y ha sido subcampeón de España en las categorías de optimist y clase Europa.
— ¿De dónde es usted?
— De Ibiza, nací aquí. Mi madre, Avelina, nació en Benavente, Zamora, pero vino a Ibiza cuando era pequeña con su familia. Por otro lado, mi padre era Toni es ferrer. Fue el creador de Construcciones metálicas Fita hace unos 60 años. Su padre, Joan, comenzó con un pequeño almacén, en la misma calle Aragón, en el que tenía material de construcción. Tanto mi padre como sus hermanos trabajaban con él y, poco a poco, mi padre tiró hacia la parte de la herrería. Era herrero artístico. Con el tiempo fue ampliando la oferta para terminar trabajando también el aluminio, el cristal o la carpintería metálica, aparte del hierro.
— ¿Hizo alguna obra digna de recordar como herrero artístico?
— Sí. Hizo muchas cosas. A lo mejor, lo más célebre fueron las carrozas que estuvo haciendo durante unos años para el Carnaval. Entonces, la rúa era otra cosa. Una de las carrozas más célebres fue una de un tanque, que estampó contra el monumento de la Paz cuando lo estaban construyendo en Isidor Macabich. También hizo un ‘papa-móvil', que llevaba una muñeca hinchable... Era un ‘cabroncete' y, la verdad, es que yo era muy pequeño entonces y me acuerdo más porque siempre me lo recuerda la gente que por mi propia memoria. Mi padre era una persona muy querida. Hoy mismo ha venido un conocido suyo preguntando por él. Se ha puesto a llorar cuando le he dicho que nos dejó de golpe el pasado febrero, de sopetón y sin avisar.
— ¿Se dedicó usted al negocio de su padre desde siempre?
— No. Ahora lo llevamos entre mi hermano, Albert, que lleva la parte de la construcción, y yo, que llevo la parte de ferretería y suministro. Pero antes me saqué la licenciatura de Náutica y Transporte Marítimo en Cádiz. Con estos estudios ejercí unos años como Capitán de Marina Mercante y estuve trabajando, tanto en Stella Maris como en Nedland, como profesor o director de profesorado, antes de que la ‘llamada de la familia' me hiciera volver al negocio familiar.
— ¿Qué le llevó a elegir esos estudios?
— Que desde los ocho años estoy vinculado al mar. Ahora sin el estímulo profesional o deportivo que había tenido antes, pero no dejo de estar en el mar todo lo que puedo. De bien pequeño comencé en el Club Náutico de Ibiza con Sebas Vidal. También estuve siete u ocho años en la selección española de vela con la que hice cuatro o cinco mundiales con clase optimist y europa. He hecho subcampeón de España unas cuantas veces, cuarto de Europa, tercero del mundo... tengo algo de currículum en ese sentido. Siempre codo con codo con Sebas, que con los años, se ha convertido en un amigo íntimo. Esa etapa de mi vida, en la que tuve la oportunidad de viajar desde muy pequeño, de los 10 a los 15, fue extraordinaria.
— ¿Sigue manteniendo su afición por el mar?
— Sí, pero de otra manera. Voy a Formentera los fines de semana con mi barco y, sobre todo, en invierno intento practicar wind surf en las condiciones más extremas posibles. Lo que busco es viento y olas, si hay olas y no hay viento, también practico paddle surf.
— La pesca, ¿no le llama?
— No. La pesca y la vela son dos personalidades muy distintas. No sé mucho de pesca. Los deportistas náuticos no solemos practicar pesca y los pescadores no suelen ser deportistas náuticos. Tengo buenos amigos que son pescadores y estoy encantado de acompañarles en el último de los procedimientos de la pesca, que es cuando se pone el plato a la mesa. Es una delicia la cara de satisfacción que se les queda.
— ¿Dónde hizo sus estudios?
— En Cádiz. Yo quería estudiar fuera y eso de ir a Barcelona o a Mallorca no era ir a estudiar fuera. Estaba toda Ibiza allí. La experiencia de irme a ‘Cai' solo, sin conocer absolutamente a nadie allí, me hizo crecer mucho. Allí podía practicar mis deportes a diario y vivir en la playa [en Cortadura] con un estilo de vida muy parecido al de aquí y que no me hubiera podido permitir en Barcelona.
— ¿Le debe mucho al mar?
— Le debo mucho a lo que he aprendido, sí. Sobre todo a la educación que nos dio Sebas a tantas generaciones y que ahora todavía continúa.
— ¿Qué sensación tiene cara al futuro?
— La verdad es que de preocupación con todo lo que está amenazando al Club Náutico de Ibiza. Esta educación que se ofrece desde la Escuela de Vela, de la que te estaba hablando, corre un serio peligro. La entrada de gente de fuera, sin otra visión que la económica, pone en peligro todos los años de trabajo de mucha gente como Sebas, con todas las generaciones que se han educado con él, o como Pere Cárceles con el trabajazo que hace con su Mar de Posibilidades. Nuestro Club Náutico siempre ha sido una herramienta de acercar el mar a los niños y todo este trabajo se perderá por que venga no sé quién de fuera y diga que la gente de Ibiza no va a poder seguir haciendo estas actividades.
— ¿Es un ejemplo de lo que está sucediendo en Ibiza?
— Sí, por supuesto. Es un ejemplo de la isla prostituida que estamos creando. Aquí lo que manda es el mejor postor y, la verdad, estoy muy harto. Esto que está pasando en el Club Náutico de Ibiza va a pasar con todo lo que nos ha pertenecido siempre a los ibicencos.