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Profesionales armadas con peines y tijeras

Las academias de peluquería hacen frente a una demanda cada vez más selecta de la clientela

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Ser peluquera no es únicamente cortar el pelo». Con esta afirmación justifica Cristina, profesora de la academia «Nancy», la especialización de un oficio en el que los clientes pocas veces se paran a pensar en la formación de alguien que se sienta detrás suyo con unas tijeras.

De ahí que cada día proliferen en nuestras islas un mayor número de academias donde las jóvenes aspirantes se preparan en temas tan variados como la evolución histórica de los peinados, (una curiosidad en la que se aprenden apartados tan sorprendentes como los tintes naturales utilizados en la antigüedad o los recogidos de las civilizaciones clásicas), masajes, depilaciones, pedicura, manicura o limpieza de cutis... En definitiva, todo lo concerniente al mundo de la estética y la belleza.

Pero además, como recalca Claire, de «Euroschool», las enseñanzas van más allá de los conocimientos teóricos y prácticos que constituyen sus programas: «Aquí es muy importante también el trato con la gente, las relaciones públicas. Se hace mucho hincapié en las conductas y los comportamientos para que la educación recibida por las jóvenes sea completa». Puede que así una cera se convierta en una aventura para las monitoras o todo aquel que se preste ya que también se cuenta con una clientela fija.

Los cursos generalmente duran un año. Pueden realizarse en horarios de mañana o tarde (de 9.30 a 13.00 o de 16.30 a 20.00) de lunes a viernes. Se efectúan pruebas periódicas de los conocimientos adquiridos, que en ocasiones tienen como «víctimas» a las propias maestras. «Algunas veces dejo que los controles me los hagan a mí», afirma Claire, quién, a la hora de evaluar «tengo en cuenta, fundamentalmente, dos cosas: un buen resultado y el tiempo empleado».

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