La Cova Grossa de Formentera alberga desde hace más de 20 años una enorme grúa que fue abandonada allí después de que un operario la bajara por un empinado camino al borde del acantilado de la Mola y fuera incapaz de subirla de nuevo.
La historia se remonta a principios de los años 70, cuando Formentera vivía la plena efervescencia del movimiento «hippie», que encontró en esta isla uno de sus puntos de referencia. Tres socios -un constructor, el propietario de una inmobiliaria y el de un restaurante- tuvieron la ocurrencia de montar una discoteca en la Cova Grossa, con vistas a uno de los más bellos parajes de Formentera.
Los empresarios comenzaron a negociar la compra de los terrenos e incluso tuvieron intención de empezar las obras. «Les pareció que era un buen lugar para montar una especie de sala de fiesta, porque en aquella época estaban muy de moda», explica un familiar de uno de los socios.
La empresa no era fácil. Para llegar a la cueva es necesario bajar por un estrecho sendero lleno de piedras y de obstáculos, donde un paso en falso significa precipitarse por un acantilado de más de 50 metros. No obstante, un operario consiguió bajar la grúa hasta la Cova Grossa, donde comenzó a retirar algunas piedras y a aplanar el terreno.