Alfredo Rubio lleva cuatro de los quince años que hace que se dedica al mundo del espectáculo, entregado al mimo. Una faceta artística que comenzó al trasladarse a Eivissa, donde ha decidido asentarse definitivamente, tras un periodo en el que sólo acudía a la ciudad de cara a la temporada veraniega. Alcanzó la isla sin ningún motivo concreto y permanece en ella, «porque creo que he encontrado un lugar estupendo para vivir», afirma.
Su pasado está lleno de compañías y ciudades, que comienzan en su Extremadura natal. «Suripanta» en Badajoz, «Ullen Spiegel» o «La Tarasca» en Sevilla, y diversos grupos de teatro alternativos por todo el país, son sólo algunos de los muchos nombres que conforman un curriculum que se decanta finalmente por el individualismo. Una actitud que defiende en función de «la libertad que te proporciona trabajar para ti mismo, además de evitar el inconveniente de estar siempre pendiente de los contratos».