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El papel más importante de Pilar Costa

La ya honorable presidenta de Eivissa y Formentera, toma posesión de su cargo en un Consell desbordado de afectos

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Y cuando el epicentro de la canícula estival ardía en su apogeo, el centro de gravedad político de las Pitiüses se escoraba a la izquierda. Con una sala de plenos abarrotada, con el personal llenando vestíbulo y jardines, con la presencia de la plana mayor de los próceres electos de Balears, y algunos invitados de orillas más lejanas, el sereno y (en algunos momentos) emocionado discurso de la flamante presidenta Pilar Costa fue fluyendo entre los aplausos de sus tantos afectos, que punteaban con palmas y más palmas los pasajes más sensibles de una declaración de intenciones hacia el futuro que ya empieza.

¿Qué método teatral estaría aplicando la veterana actriz para contener la emoción nerviosa que le embargaba? Aunque el guión, mayormente, lo llevaba escrito, no creo que ante un papel de este calibre sirvan recetas de academia. Aquello de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y esta bien que así sea, y que el temblor de manos, de la voz, del solemne gesto suene a sincero. En tales debilidades humanas, la mujer nos gana por muchos puntos. Porque ahí anduvo flotando uno de los cambios de estilo más visibles del acto; la mujer, las mujeres; y no sólo las del Pacte. Un ejemplo a destacar: cuando la presidenta aludió al hecho histórico que tres féminas presidieran los Consells de Balears, Cati Palau aplaudió con ganas; y no sé si hizo tal, pues no me llegaba la vista, una María Luisa Cava de Llano vestida de juvenil verde melón.

De los hombres, algunos gestos y actitudes. Joan Buades, singular y verdoso él, el único en jurar «por imperativo legal»; y sin corbata. Antoni Marí Calbet, claramente nervioso, quien debía haberse ahorrado la enumeración de los logros del PP; no parecía el mejor momento. Pero ofreció su colaboración y al final del acto le dio la mano a su oponente. Josep Marí Ribas, Agustinet, con esa cara de chico aplicado y responsable, otro de los que más brillaron en el efecto claca. Joan Marí Tur, serio, circunspecto, a quien debió costarle no decir nada más que la fórmula oficial del juramento a su nuevo cargo de opositor.

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