Sant Antoni celebra cada año una popular y multitudinaria torrada en honor de su patrón Sant Mateu -festividad que se conmemorará mañana con los tradicionales actos religiosos y laicos- que este año se ha convertido en la cena de unos pocos. La lluvia que finalmente drenó la cabezas de algunos, ya avanzada la noche del sábado, y el viento, impidieron que los kilos de comida y bebida aportados terminaran en el lugar previsto: los estómagos de los comensales, ante el escaso número de presentes que se limitaron a solicitudes particulares.
Unas cincuenta personas se situaron en torno a las barras diseñadas para la ocasión, fieles a un evento que perdió encanto ante la falta de un elemento imprescindible: gente. No obstante, este medio centenar echó las ganas y el ánimo de los ausentes, avanzando la celebración hasta la madrugada. Ayer, el agua, que en esta ocasión no escatimó en esfuerzos, mermó también los actos que se centraban en un pequeño homenaje a los mayores de la localidad ibicenca y las actuaciones del grupo folklórico sa Colla de Sant Mateu y los miembros de la Hermandad Rociera de Sant Antoni.