De un mercado artesano a una demostración de baile que no tiene precio. Sant Miquel abrió ayer sus fiestas entrecruzando arte y comercio, trabajo y diversión, dinero con esfuerzo. Desde los pequeños puestos de venta en el centro de la localidad al ball pagés en la plaza de la iglesia, extranjeros, transeúntes y residentes, mostraron su admiración por las diversas muestras de creación, popular o personal en la que tanto los miembros de la colla de Balanzat como los artistas de ropas, farolillos o halajas, instalados como comerciantes ambulantes se habían volcado. Quinientas pesetas pagaron los turistas por contemplar un poco de la historia de la isla en forma de ropas y enseres. Una exhibición de trajes típicos, desde el vestido de novia ibicenco hasta la sobriedad del formenterés, hicieron las delicias del numeroso público asistente. El aplauso de los espectadores fue más que sonoro cuando se descubrieron los doce faldones que llevaba la prometida.
A partir de ahora serán dos semanas de celebraciones en las que tendrán cabida los mayores, el deporte y los actos religiosos en un variado programa festivo que incluye desde concursos de coctelería y degustaciones de vino (la cita será el próximo domingo a las seis y media de la tarde) a travesías a nado en la playa de Benirràs. El día 29 será la jornada grande con una celebración por todo lo alto que comenzará a primera hora de la mañana con una repicada de campanas a las ocho, y en la que se incluye procesión, actuación del grupo folklórico local y el de San Félix, procesión, espectáculo infantil y orquesta para los mayores.