Cuando los gitanos de Eivissa se enzarzan en una bronca, en una reyerta, acuden a José María Rodríguez Moreno, de 43 años, para que ponga paz. También lo hacen para pedirle consejo e, incluso, para solicitar perdón a Dios, porque además de ser lo más similar al patriarca de los romanís de las Pitiüses, este jardinero municipal es pastor de la Iglesia Evangélica Filadelfia. Su mujer, Dulce, también es muy respetada por la comunidad y se encarga de ayudar a las muchachas más jóvenes.
"¿Cuántos gitanos viven en Eivissa?
" Cerca de 1.500.
"¿De dónde proceden?
"La mayoría venimos de Baza, un pueblo de Granada. Otros proceden de Alicante, de Elche... Pero el 85 por ciento nació en Baza
"¿Cuándo comenzaron a emigrar hacia aquí?
"En los años 60. Yo recuerdo que era muy pequeño y me dijeron que mi padre y parte de mi familia iba a venir a Eivissa para trabajar en una empresa que se llamaba «Rafal y Carbonell», que también dio empleo a muchos otros. En Baza no había ningún oficio que nos diera para comer, así que los hombres se pasaban unos cinco o seis meses aquí, ganando algo, y después volvían. Con el tiempo, nuestros abuelos se fueron quedando en la isla uno tras otro y así hasta nuestros días. Cuando llegamos, esto era lo más parecido a un paraíso: estaba todo a la vista, todas las puertas abiertas y no había la maldad que hay ahora. Además, se encontraba trabajo en cualquier lado.
"¿Sigue siendo tan machista la comunidad gitana?
"Antiguamente lo era mucho más. Por ejemplo, antes no se dejaba trabajar a las mujeres porque se decía que si ellas traían dinero a casa acabarían llevando los pantalones. Pero sí que existe, es lo que Dios quiere. Para mí, el machismo es nuestra cultura. Nosotros decimos que la mujer siempre tiene que estar debajo del hombre.
"¿Existe todavía la tradición de que la mujer debe llegar virgen al matrimonio?
"(Habla Dulce, su mujer) Es nuestra base. La virginidad es nuestro tesoro, lo más importante que tenemos para regalar al marido.
"¿Y creen que las gitanas no hacen el amor antes de casarse?
"(Dulce) Sí. Somos mucho más modernas y libres, pero eso se guarda por la familia y por el futuro marido. De todos modos, aquí no se hace la prueba del pañuelo. Cuando lo ven los gitanos de la península nos dicen que nos estamos «apayando».
"Cuando una gitana se casa con un payo, ¿su pueblo la rechaza?
"En Eivissa ahora ya no pasa eso. Hemos tenido muchos casos de parejas de gitanos con payas y al revés. No criticamos cuando un payo se casa con una gitana; es más, aceptamos al marido como un hermano nuestro. Nosotros, cuando damos algo no lo hacemos en pequeñas dosis, sino que ponemos todo el corazón en ello.
"¿Hay clanes entre los gitanos?
"Que yo sepa no. Aquí somos todos una familia. Lo que ha publicado tantas veces la prensa sobre los clanes de la droga es falso. Lo sé y lo digo totalmente convencido.
"De todas maneras, no se puede negar que hay gitanos relacionados con el tráfico de drogas.
"No solamente romanís. Si nos paramos a analizar todo, veremos que son muchos más los payos que se dedican al narcotráfico. Además, lo triste es que los gitanos que están mezclados con ese mundo están en el nivel más bajo de todos; se encargan de la parte más sucia del trabajo. ¿Que hay gitanos que se meten en el mundo de la droga porque no tienen dinero? Sí, y tenemos compasión por ellos. De todas maneras, ya estamos cansados de tener que discutir siempre este tema.
"El resto de familias debe rechazar a los que se dedican a vender droga, ¿no?
"Claro que no nos gusta. Pero insisto: menos del 50 por ciento de los romanís se dedica al narcotráfico. Menos del 50 por ciento, repito. Hay muchas familias bien colocadas, con su casa, su coche y su trabajo. La gente que vende droga tiene un problema, sean payos o gitanos.