Su historia pude trazarse, como cualquier retrospectiva, conjugando nombres, acontecimientos importantes y algunos paréntesis interesados. La cronología del Club Náutico de Ibiza discurre paralela a la de una ciudad que vivió de lejos una guerra y creció de manera espectacular en un corto periodo de tiempo. Hace 75 años, un 27 de febrero, nacía gracias al empeño del capitán de Marina Mercante Francesc Costa una institución que ha forjado a grandes deportistas pero que, sobre todo, ha aunado a los amantes de la mar de la isla. Sin una sede social (inaugurada en 1932) y en el seno de una sociedad más preocupada por los conflictos sociales que envolvían la actualidad entonces, hubo de esperarse hasta que la estabilidad fuera un hecho para convertirse en epicentro de un pueblo dispuesto a olvidar. El último episodio se escribe con una de las polémicas más encendidas de final del milenio: la construcción del dique de Botafoc, un asunto sobre el que se pronuncian de manera rotunda, defendiendo una solución que ponga fin a los desastres que cada año provocan los vientos que entran por la bahía y obligan a inversiones millonarias. Julián Vilás, resume en cuatro etapas la vida de la entidad que preside desde 1984: «Una primera fase de constitución, sacrificada por el escaso número de miembros; la época que transcurre entre 1936 a 1939, mala para todos; la de asentamiento a partir del final del conflicto y la de consolidación que llegaría hasta nuestros días». Los principales retos del presente pasan por unas leyes de pesca que califica como excesivamente rigurosa para el pescador amateur», algo que, apunta, se hace más evidente «por la zona en la que estamos enclavados, en el entorno del área protegida de ses Salines».
Los recuerdos son demasiados como para almacenarse en la memoria, de ahí que Armando Marí, miembro de la directiva, se encargue de conservar, en una amplia colección de fotografías que pronto se convertirá en una muestra, estampas ligadas al pasado, imágenes en las que se da fe del cambio producido en embarcaciones, equipos, normas, y del entorno -comercios cerrados o multitudinarias excursiones daban fe del gancho que suponía para los habitantes cada uno de los eventos programados por el Club-. «Venimos a ser, un poco, un foro de discusión, de largas tertulias entre amigos y de personas con una afición común» señala el responsable, «lejos de diferencias de clase». La cuota de 2.000 pesetas al mes, sin duda, lo alejan de la consideración de un local excluyente. El objetivo inicial, promover actividades relacionadas con el medio, continúa siendo el espíritu que empuja las velas de esta colectivo, embarcado en un programa de actos para celebrar el aniversario que se extiende hasta el mes de diciembre. Exposiciones de maquetas de barcos, conferencias, y por supuesto, deporte, son algunos de los atractivos del calendario de este año que no olvida citas habituales como los ciclos educativos que se mantienen a lo largo de 365 días.