Poco a poco, sin ningún tipo de prisa y con todas las ayudas posibles. Así avanzaban ayer por la mañana las 30 personas que participaron en el jubileo para enfermos y mayores organizado por la Diócesis de Eivissa y Formentera. Sus condiciones físicas les impiden llegar a la basílica de San Pedro del Vaticano, pero ya han celebrado el Jubileo con la visita a la plaza de la Catedral. Es un símbolo, pero igual de válido para todos. Esta iniciativa se celebró con motivo del Día Internacional del Enfermo.
La peregrinación comenzó a las diez y cuarto de la mañana en la zona de es Soto. Allí aguardaban cinco «voluntarios» de la Cruz Roja de Eivissa y otros tantos de la organización no gubernamental Cáritas. Sin su ayuda, bien seguro que la mayoría de los enfermos no hubieran logrado alcanzar al Catedral. Muchos de los peregrinos sólo necesitaron apoyarse en los brazos de los operarios de la Cruz Roja. Sin embargo, en el grupo se encontraban algunas personas impedidas que tuvieron que se trasladados a brazos por los voluntarios. Calculen el sol que caía ayer por la mañana y lo empinado de la cuesta que lleva a la Catedral y sabrán el esfuerzo que eso supuso.
Muchos de los peregrinos se acercaron hasta la Catedral acompañados de sus familiares, quienes les propiciaron la ayuda necesaria durante el trayecto que, sin ser largo, a muchos se les hizo interminable. Ya en el templo, el grupo asistió a la misa que ofició el obispo de las Pitiüses, Agustín Cortés Soriano. No había ningún banco en el que no se apoyara una muleta o algún instrumento similar. Entre los fieles que participaron en esta marcha jubilar se encontraban varios inquilinos de la Residencia Reina Sofía. No faltó María Ramón Tur quien, con sus 101 años a cuestas, soportó el paseo hasta la Catedral sin perder su sonrisa.