El carnet de conducir suele marcar el final de la etapa de ir de paquete a todas partes a la de no depender del amigo motorizado para moverte por donde te apetece. Y quizá por eso los que se examinan para obtener este preciado pasaporte hacia la libertad ponen tanto empeño en sacárselo, si no se puede a la primera, cuando antes.
Luis Romero, el examinador que viaja cada viernes desde Palma para supervisar las pruebas teóricas, explica que cada alumno aporta su talismán personal para que la providencia les ayude a probar. «Me he encontrado con gente que pone en la mesa desde estampitas de la Virgen hasta tallas en miniatura de santos», comenta Romero. Además, otros optan por otro tipo de ayudas, como por ejemplo, auténticas cabezas de ajo que sitúan sobre el pupitre antes de que se repartan los formularios de la prueba para que la superchería popular haga lo suyo en favor de un «apto».
No obstante, los alumnos de Eivissa son de los más aplicados de Balears. El examinador de Palma subraya que en esta isla es donde se contabiliza un mayor índice de aprobados. Así, como muestra, el 42'5 por ciento de los presentados al examen teórico en julio consiguieron pasar la prueba, y el 47'2 por ciento obtuvieron una calificación apta en el examen de circulación y conducción. El porcentaje se dispara en el examen de destreza, que realizan los que acuden para sacarse el carnet de motocicleta o camión, ya que aprueba el 78'5 por ciento.
Los nervios son el factor predominante en este día. Luis Romero explicó el pasado viernes que un alumno le solicitó que fuera él quien le escribiera en el formulario al efecto los números de las respuestas correctas porque el pulso le temblaba tanto que era incapaz de dar con el bolígrafo en las casillas. Otros, con los ojos enmarcados en oscuras ojeras, remarcaban cómo habían madrugado para repasar los contenidos del temario.