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«No me siento un héroe»

David Ellis vive en Sant Antoni y es un veterano de la segunda guerra mundial, donde luchó con los boinas verdes

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«No me siento un héroe». Con esta afirmación modesta se presenta David Ellis, un veterano de la segunda guerra mundial que vive en Eivissa desde 1988 y que combatió en el seno del comando 48 de los boinas verdes. Al finalizar su carrera militar ya era teniente coronel de la Reserva Marina Real inglesa y con más de una hazaña en sus espaldas por contar.

Nació en Liverpool en 1924 y actualmente recuerda entre la nostalgia y el sabor amargo las escenas que vivió en el frente. Holanda, Bélgica, Francia y Alemania en la segunda gran guerra y Singapur, Malasia, Indonesia o Noruega en conflictos posteriores se convirtieron en sus destinos más destacados, que en algunos casos compatibilizó con las tareas propias de un universitario primero y con las de un profesor en otra fase de su vida. «En octubre de 1942 se inició en Inglaterra una campaña en las que se pedía la afluencia de voluntarios al ejército. Por aquel entonces tenía un espíritu joven y decidí enrolarme en los marines. Una vez dado este paso, con el tiempo pasé a formar parte de los boinas verdes. Empecé en Escocia, en un submarino».

Su estreno en la segunda guerra mundial fue en noviembre de 1944. «Recuerdo que en Alemania se empezaba a ver sólo destrucción y miseria, todo se transformó en un continuo sufrimiento del que uno no se podía sentir ajeno». A estas experiencias precedieron duras jornadas de entrenamiento. «Efectuábamos continuamente aterrizajes en el mar, defendíamos posiciones, lanzamientos en paracaídas,...». Así describe David algunos de sus momentos en el seno de los boinas verdes. Tras la guerra estudió tres carreras "Filosofía, Economía y Política", aunque su vocación militar no le abandonó. Participó en sucesivos conflictos, como el que enfrentó a Malasia e Indonesia, y le dio tiempo a convertirse a la vez en profesor en la Politécnica de Liverpool.

Hasta que en 1968 tuvo el primer contacto con la isla. Pasó en Eivissa sus vacaciones con sus cuatro hijos, y así fue hasta que en 1988 decidió instalarse en Sant Antoni definitivamente.

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