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De la huerta pitiusa al hotel

Un estudio revela la caída del consumo de productos ibicencos en los hoteles e insta a fomentar su demanda

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Carme Ramón Marí presentó un estudio sobre el consumo de productos agroalimentarios durante la celebración del «Encuentro intersectorial entre productores y hoteleros de Eivissa y Formentera». El estudio revela datos interesantes y sorprendentes. Mediante entrevistas personales y recabación de datos en hoteles de las principales cadenas turísticas en Eivissa, Carme Ramon ha llegado a conclusiones como que los productos agroalimentarios de Eivissa y Formentera más consumidos en los establecimientos turísticos son la patata, el tomate, la sandía, el melón y la cebolla por este orden.

A pesar de la buena calidad de los productos autóctonos, el estudio señala que se ha registrado una caída espectacular del consumo de éstos. En el año 1994 cada turista consumía una media de 32'5 gramos de patata en su estancia. En el año 1999 el consumo por visitante y estancia de este producto se redujo a 8'6 gramos. Carme Ramon explica que esta caída se debe a una generalización del consumo de los productos envasados y tratados, que ha ido sustituyendo a los frescos en los últimos años. Entre ellos cita ejemplos tan claros como el de las patatas cortadas y congeladas, las fritas y envasadas y los purés de patata.

En lo referente al porcentaje de productos ibicencos que se consumen en los hoteles en relación al total, el estudio revela que las proporciones son dispares. Hay establecimientos hoteleros en los que el consumo de autóctonos supera el 50 por ciento del total mientras que en otros no llega ni al 2 por ciento del total de productos que pasan por las cocinas de los establecimientos. Carme Ramon apuntó como un posible aliciente al consumo el generar demanda entre los turistas. «Hay que crear costumbre para que se active una cadena de demanda», señaló.

Con respecto al estado general del sector agroalimentario en Eivissa y Formentera, Ramon ha hallado graves defectos de base como la falta de medios adecuados para la agricultura y la ganadería y el minifundismo -es decir, extensiones reducidas de cultivos diferentes-. Además, la mayor parte de las personas que se dedican a estos trabajos son muy mayores y no siempre está garantizado el relevo generacional.

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