Las calles de Dalt Vila recuperaron ayer su aspecto habitual después de tres jornadas de un trajín inmenso en el que la ciudad retrocedió varios siglos atrás para conmemorar el nombramiento de la misma como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Gracias a un buen trabajo en equipo y coordinación dos grupos de operarios lograron en pocas horas devolver la normalidad a Dalt Vila, que ayer recibió a los grupos de turistas habituales.
Las labores de recogida de todos los puestos comenzaron anteayer por la noche. Entre las 22'00 y 23'00 horas los distintos responsables de los puestos, distribuidos por las siete zonas del casco antiguo, comenzaron a embalar sus mercancías. El siguiente paso del salto en el tiempo hacia el nuevo milenio desde la época medieval lo protagonizaron las brigadas municipales de limpieza y obras. Desde primera hora de la mañana, las 08'00, ambos equipos se dedicaron a adecentar toda la zona.
Los operarios de la brigada de obras se dedicaron a desmontar los puestos distribuidos por las distintas calles. Dos de ellos, Mariano y Sebastián, contentos por el resultado de los actos del fin de semana, explicaron que «es más fácil desmontar y recoger todo el tinglado que montarlo», algo que corroboraron Antonio, Miguel y José María, concentrados en recoger los expositores fotográficos instalados en el claustro del Ayuntamiento. El almacén municipal ya guarda todos los motivos medievales hasta el año que viene.