Los habitantes de la ciudad de Eivissa se tendrán que armar de paciencia durante los próximos cuatro o cinco días, los que tardará en salir de nuevo agua dulce por los grifos. La avería en la planta desaladora fue solucionada ayer, pero los estragos durarán aún hasta el lunes, ya que en el depósito regulador se ha mezclado el agua que produce la desaladora (dulce) con la de los acuíferos (muy salada). El líquido elemento continuará dejando mal sabor de boca y seguirá inhibiendo la producción de espuma hasta que, poco a poco, el contenido en sal remita, según explicó ayer la concejala de Ciudad Sostenible del Consistorio, Marta Roldán.
La avería se produjo, tal como informó ayer este periódico, el pasado fin de semana, y afectó a un mecanismo que nunca se había estropeado, por lo que no existían en Eivissa piezas de recambio, que han tenido que ser enviadas desde Alemania. Desde entonces, la producción de la desaladora de la ciudad ha disminuido considerablemente y ha tenido que ser mezclada con agua de pozo para poder abastecer a la población, que durante las últimas semanas ha aumentado considerablemente coincidiendo con el comienzo de la temporada alta.
Marta Roldán calificó de «muy preocupante» el estado de los acuíferos de Eivissa, ya que la sequía está provocando que en ellos se filtre el agua de mar. La concejala anunció que la próxima semana se reunirá con el director de Recursos Hídricos del Govern balear, Antonio Rodríguez, para «buscar soluciones definitivas» a este problema. De momento, las campañas de ahorro «van bien, pero falta algo más, ya que la situación en los pozos es muy mala», advirtió la concejala de Ciudad Sostenible.
El agua de Eivissa corroe los nuevos vehículos de
limpieza de Cespa
Los fabricantes de los vehículos que emplea Cespa (la empresa
encargada de la recogida de basura en Eivissa) visitaron ayer la
isla para comprobar in situ los estragos que causa el agua salada:
«En la vida he visto algo igual», decía uno de ellos mientras
señalaba una barredora que aunque tiene seis años de antigüedad
parece que salió de la fábrica hace dos décadas. Igual sucede con
los camiones de recogida de basura, con los de limpieza de
containers y con los que riegan las calles: todos están oxidados,
corroídos hasta la médula, debido, sobre todo, a que son limpiados
a diario con agua con alto contenido en sal. Ante esta situación,
la empresa instalará en el grifo que emplea para limpiar sus
vehículos un mecanismo para reducir esa sustancia.