Portinatx se adelantó un día al calendario y celebró ayer su particular homenaje a la patrona de los marineros. El tiempo no permitió que la santa fuera embarcada en el puerto para continuar con la procesión que recorrió la calle principal de la localidad. Sin embargo, los fieles pudieron arrojar sus ramos de flores al mar en señal de ofrenda a la imagen del Carmen que presidió la escena. La banda municipal de tambores y majorettes de Santa Eulària des Riu fue la encargada de poner el acompañamiento musical a la procesión.
Con un retraso de 45 minutos sobre el horario previsto en el programa de fiestas comenzó ayer en Portinatx la comitiva su ritmo hasta la capilla donde descansaba la imagen del Carmen. Las majorettes encabezaban el grupo que partió desde los aledaños de la playa grande al ritmo marcado por los tambores de la banda municipal de Santa Eulària . Los fieles, los turistas y el público en general cerraban la procesión. Antes de iniciar el paso, los componentes de la banda solicitaban la ayuda de la gente bajo la forma de donativos para una rifa. Al llegar al punto estipulado donde esperaba la Virgen, la comitiva giró de nuevo hacia el lugar de partida para homenajearla al grito espontáneo de «¡Viva la Virgen del Carmen!».
Cuando se completó la vuelta por la localidad, la procesión se dirigió hacia el puerto. La meteorología no posibilitó que la patrona embarcara en un velero engalanado para la ocasión, por lo que los fieles se tuvieron que conformar con arrojar las flores que portaban en el muelle ubicado junto a Cas Mallorquí. El primero que hizo la ofrenda fue un miembro de la comisión festiva, quien arrojó al agua una corona de flores. El homenaje duró unos cinco minutos, hasta que las cornetas volvieron a iniciar un ritmo propicio para reemprender el camino de vuelta hacia la playa grande. Numerosos conductores tuvieron que detener sus vehículos a la espera de que el cortejo festivo concluyera su celebración. Después llegó la noche enseguida y se procedió a la elección de miss y mister Portinatx, antesala de un fin de fiesta amenizado por un castillo de fuegos artificiales que duró quince minutos.
· Óscar Delgado.