El conseller de Treball del Govern de les Illes Balears, Eberhard Grosske, anunció ayer en Eivissa que por primera vez desde la aprobación de la ley de prevención de riesgos laborales del año 1995 las Pitiüses han cerrado el primer semestre del año con un descenso del índice de siniestralidad laboral. El dato fue considerado positivo por el conseller progresista que, sin embargo, reconoció que las cifras no son para «lanzar las campanas o tirar cohetes». Según las estadísticas de Treball, en los primeros seis meses del año el índice de siniestralidad se situó en los 50'91 accidentes por cada mil trabajadores, mientras que en el mismo periodo del año 2000 había marcado un 58'10.
Grosske cree que este descenso indica que las Pitiüses han entrado en el buen camino y que las medidas que se están tomando desde la Conselleria de Treball están dando resultados. Pero evitó mostrarse excesivamente confiado porque, como él mismo apuntó, «esta es una batalla muy larga y muy difícil». «Y es una batalla -denunció- ante la cual otras administraciones han procurado mirar hacia otro sitio y considerar que esto de la siniestralidad es una maldición divina y este Govern ha decidido afrontar el tema desde su corresponsabilidad con otras administraciones y hacer un esfuerzo y yo quiero reafirmar no sólo esta voluntad sino el compromiso de que esto tiene que cambiar».
Para el responsable balear de Treball, la batalla que su departamento ha emprendido para que se consiga reducir el número de accidentes laborales tiene la máxima prioridad dado que es un tema que afecta directamente a la calidad de vida y al bienestar de los ciudadanos de las Islas. Grosske recordó, además, que dentro de Balears esta problemática afecta de forma especial a las Pitiüses.