Nadie podía esperar un desenlace igual. Después de más de una semana de preparativos, el Día Europeo sin coches no pudo celebrarse ayer en Eivissa como se había previsto porque la lluvia hizo acto de presencia. Durante las tres primeras horas la intensidad con la que cayó el agua no perjudicó al desarrollo de los actos programados, hasta que la situación se tornó peligrosa, tanto para los peatones, como para los conductores que se acumulaban a la entrada de la ciudad para intentar aparcar en las zonas habilitadas para tal fin.
Y es que los primeros no podían cubrir los trayectos a pie ni en bicicleta y los segundos desesperaban ante el tráfico denso generado por las inclemencias del tiempo. Conforme avanzaban las horas hubo que ir tachando de la lista la puesta en marcha de los actos. En Sant Antoni se continuó con la celebración como si no pasara nada. «Es una pena, en casa habíamos planeado ayer dar una vuelta por la ciudad en bicicleta ante la inexistencia del peligro de los coches y no ha podido ser». Un padre de familia se lamentaba de esta manera ante la imposibilidad de cumplir el objetivo que se había propuesto cubrir con su mujer e hijos.
Tanto él como otros muchos ciudadanos tuvieron que conformarse con asistir a las actividades programadas en Vara de Rey. La carpa municipal era el único reducto que soportó la presencia de las fuertes lluvias. A las diez en punto, tal y como estaba previsto, las calles de Eivissa quedaron cortadas para el acceso de vehículos a motor. A esa hora el cielo estaba encapotado pero aún no llovía. A las once tampoco, aunque la amenaza de lluvia era más palpable.