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El certificador que no podía certificar

Según las notas registrales de Can Castelló, un aparejador certificó una antigüedad que sólo puede librar el Ayuntamiento

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«Y según certificación librada por el arquitecto técnico don José Manuel Coll, el 10 de septiembre de 2001, la vivienda tiene una antigüedad superior a los diez años...». Esta frase, que se repite hasta cuatro veces en las notas registrales de las construcciones de Can Castelló paralizadas por el Ayuntamiento de Santa Eulària, escama en el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de las Pitiüses. Su presidente, José Manuel Prieto, advierte que eso es un error: «Nosotros no somos quienes certificamos la antigüedad de las viviendas. Eso lo hace el Ayuntamiento consultando sus archivos».

El hecho de que en esas notas registrales aparezca ese texto enreda aún más el caso de Can Castelló. Así, o alguien en el Consistorio facilitó una antigüedad que no se correspondía con la realidad (las viviendas ni siquiera están acabadas) o el propio aparejador coló en el registro un certificado que, según asegura el propio presidente del Colegio, no estaba capacitado para rubricar. Lo que sí certifican los arquitectos técnicos es la habitabilidad de las viviendas, para lo que visitan la casa en cuestión, comprueban que dispone de todos los requisitos para ser habitada (luz, agua, sistema de evacuación, superficies mínimas) y toman fotografías.

Eso sí, puede ocurrir que el aparejador haga trampas y entregue las fotos de otra casa. El certificado (y, por consiguiente, las fotos) debe ser supervisado en el Colegio. Para conseguir la cédula de habitabilidad se debe obtener en el Ayuntamiento un certificado de antigüedad, que será entregado junto al certificado de habitabilidad. Según Prieto, una obra de las características de las de Can Castelló, no es siquiera una casa, «es una construcción» y, ante todo, no es habitable.

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