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«Sé tú mismo, un clown»

Los talleres de la tercera edición de la Trobada del Clown de Sant Josep centran su primera jornada en la búsqueda de la humanidad de sus 79 participantes

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No buscamos necesariamente la sonrisa del público. El clown puede hacer llorar perfectamente. Lo importante es que lo que haga sea humano, sea de verdad. Lo mejor que da el clown es la verdad en la actuación, entonces tiene que ser muy honesto, no interpreta un personaje, es un personaje», resumía ayer durante el descanso del taller de la Máscara neutra -título del seminario- el clown Toni Arteaga. «Ya hay un clown dentro de cada uno. Se trata de saberlo ver y de no reprimirlo, de saberlo llevar más lejos», añadió al explicar en qué consistía la Máscara neutra, uno de los dos talleres junto al de Eric de Bont que se desarrollaron durante la primera jornada de la Trobada del Clown que hoy finaliza.

Arteaga reunió a 25 payasos procedentes de distintos puntos de la península y Balears junto con alguno de origen holandés en el gimnasio de L'Urgell para explicarles cómo crear una página en blanco corporal para introducir al actor en la actuación, según explicó, «empezando por no actuar, eliminando todo lo que sobra. Se trata de hacer una página en blanco y a partir de ahí comenzar a construir», explicó el payaso.

«Para conseguir la humanidad del clown tenemos que llegar a este punto. Cuando hacemos teatro buscamos siempre la humanidad del personaje. El público se identifica con esa humanidad que parte de la no actuación, de ser uno mismo, y cuando consigues llegar a tocar tu humanidad tienes el arma más poderosa para desarrollar tu clown», reveló este artista con dos décadas de tablas.

Durante tres horas Arteaga mostró cómo llegar al vacío «en el que tenemos una persona con humanidad», consciente de lo complicado del concepto: «La máscara neutra es un trabajo difícil de entender de una manera cerebral», de ahí que para mostrarlo se valiese de numerosos ejercicios de improvisación en los que más que el texto se trabajó la situación, el objetivo y el espacio en el que cada actor puso toda la carne en el asador para conseguir encontrarse con su clown interior. Paralelamente, en la sala del Àrea de Joventut, Eric de Bont impartía al otro grupo de participantes en la trobada una clase práctica en la que trabajó el equilibrio.

Con técnicas sencillas y objetos de andar por casa Eric de Bont trabajó con más de una treintena de personas el movimiento corporal durante una actuación, algo importante para no perder la compostura. Bont concentró su taller en poner fuera de equilibrio a varios clowns con diferentes puestas en escena: desde la puesta en escena sentados sobre un globo a dos actrices en la que una presta sus brazos a su compañera para contar una historia pasando por saber encajar graciosos golpes o saber estar sobre una mesa saltarina con vida propia.

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