Cuando las temperaturas estivales alcanzan los 30 grados hay pocas cosas que apetezcan más que una buena sandía o un apetecible melón. Eso sí, a la hora de escoger estas frutas, sobre todo las sandías, existen algunos secretos que pueden ayudar a que ese día el cliente se quede con un mejor sabor de boca. Es de todos conocida la imagen de un experto que golpea la sandía a la escucha del sonido que le indique el perfecto grado de maduración de la pieza.
Pepe Mayans, jefe de almacén de la productora Agroeivissa, explica cuál tiene que ser el sonido exacto: «Debe ser más bien agudo y hay que golpearla en lo que se llama el lecho, es decir, la parte sobre la que se apoya la sandía». Otra forma de acertar es rascar suavemente con la uña la piel del melón, si ésta se levanta es que la fruta está en su punto. El caso de los melones es distinto. Pepe afirma «que no existe manera de comprobar si son buenos o malos»; según él, todos tienen la misma madurez. «La gente tiene la costumbre de presionar con el dedo en la base y así lo único que consiguen es que al final del día el melón esté hecho polvo», aseguraba Pepe Mayans.
El verano es el momento idóneo para consumir melones y sandías, aunque ésta última es la fruta que verdaderamente entusiasma a los consumidores en esta época. Existen innumerables clases de sandías, pero en Eivissa predomina la rayada. «Es curioso porque aquí no funciona la negra y en la península es la que más se come», comentaba Pepe. En cambio, entre los melones distinguimos los galias, los rochet, los de piel de sapo o los apepinados, según van aumentando en tamaño. Su mayor o menor magnitud también se corresponde con la duración de la fruta; los galias, por ejemplo, hay que consumirlos rápidamente una vez se han empezado, mientras que los apepinados pueden conservarse hasta cuatro meses y presentarse como postre el día de Navidad. La única pega es que por esas fechas habrán alcanzado un precio desorbitado. La producción funciona en función de esas diferentes clases de melones: «Al principio de verano se producen los galias, luego los rochet, más conocidos como melody y así sucesivamente», apuntaba el jefe del almacén de Agroeivissa.