Francisco, Paula, León o Raquel fueron algunas de las muchísimas personas que en la noche del viernes se detuvieron ante la carpa instalada por Energy Control y otras ONG's internacionales en el puerto de Eivissa.
La música de un discjockey que pinchaba en directo, numerosos folletos de atractivo diseño, una ubicación estratégica y la accesibilidad que transmitían los voluntarios que hicieron guardia en ese punto hasta las 2'00 horas, eran alicientes que sirvieron de imán para los turistas o residentes que pasaban por la zona. Posteriormente, este grupo formado en su mayoría por jóvenes se dirigió a algunas de las discotecas de la isla para continuar allí con su trabajo. «Informamos igual que aquí, pero también puede ocurrir que nos pida ayuda alguien que esté teniendo un mal viaje. En ese caso también se la facilitamos, explicaba Stephan Leclerq, coordinador de Energy Control.
En las mesas, distribuidas según distintos idiomas (español, francés, alemán e italiano) y con voluntarios de cada una de esas nacionalidades, se podían encontrar desde folletos con una detallada descripción sobre los efectos de las drogas o una carpeta que recogía el resultado del último análisis hecho sobre cada clase de pastillas. Este material fue precisamente el que más sorprendió a Raquel, una chica de Eivissa que se acercó a informarse y se marchó con un buen número de folletos en las manos.