El disco es inmóvil, la Rueda gira, contiene en sí misma y provoca en nosotros la dinámica, el movimiento. Como disco simboliza el Sol, y una de las ideas más difundidas en las culturas antiguas era la de ver el Sol como una Rueda, haciendo una clara referencia a la Rueda del Zodíaco y al Sol moviéndose ante el telón de fondo del Zodíaco, como centro del sistema planetario. La Rueda de Fuego, el Sol, sería la síntesis de las diferentes fuerzas cósmicas. De la misma forma, astrológicamente, el Sol en una Carta Astral representa el centro de la persona, su individualización, influida por las posiciones de los planetas y del Zodíaco.
Somos por tanto una rueda de Fuego, el centro de nuestro universo personal. En la autonomía que esto nos propone está la base y la capacidad de mantenimiento de nuestra vitalidad, de nuestra salud. La idea de rueda sugiere también la idea de los ciclos, de que una y otra vez, consecutivamente, una parte estará arriba, luego a un lado, abajo, al otro, y así sucesivamente. Ningún lugar es definitivo, permanente, todo también lo que nos sucede en la vida, son fases de un transcurso.
Si sabemos estar centrados todo puede girar, lo fácil y lo difícil, sin que por ello nos desesperemos. Nada es permanente. La idea de calma o reposo no implica impedir el movimiento, simplemente invita a ver lo que sucede como algo transitorio. Como Décimo Arcano del Tarot, la Rueda de la Fortuna simboliza mejor que cualquier otra Rueda el principio de polaridad, tan importante a la hora de obtener un equilibrio personal, el equilibrio entre las fuerzas contrarias. Soy valiente y miedoso, atrevido y tímido, etc. Y es interesante saber en que situaciones me muestro de una manera y en cuales me voy a la otra polaridad. La Rueda de la Fortuna, al indicar que puedo pasar de rey a mendigo y de dios a diablo, me recuerda que esta es la dinámica permanente mientras haya vida.