J. M. R.
No acabaron en verano, como prometía la consellera balear de Medi
Ambient, Margalida Rosselló, y están provocando numerosas molestias
a los vecinos. Rosselló se las prometía felices cuando anunció las
obras de la interconexión de las desaladoras de Eivissa y
Formentera: un proyecto costoso que se ejecutaría, dijo, con
extraordinaria rapidez y con pulcritud. Con tres meses de retraso
según el calendario previsto por la consellera, la obra suma ahora
cuatro semanas de molestias provocadas a quienes circulan a diario
por el Camí Vell de Sant Mateu.
La carretera que une Puig den Valls con el hipódromo de Sant Rafel es una estrecha vía en la que a lo largo de 3.500 metros se abrieron unas zanjas (en las que se introdujeron las tuberías de la interconexión) que fueron defectuosamente cerradas. Existen desniveles de hasta 10 y 20 centímetros que convierten la conducción en una especie de rally París-Dakar.
Las zanjas mal tapadas, que llevan así más de un mes, no serán asfaltadas hasta después de las fiestas de Navidad, ya que la empresa encargada de ese trabajo ha cerrado por vacaciones. El martes día 7 de enero podría iniciarse esa operación, aunque experiencias anteriores en otras carreteras y municipios inducen al pesimismo.
La obra suma también las protestas de los vecinos del barrio de Can Guasch, en Santa Eulària. El Ayuntamiento remitió una queja a Medi Ambient a raíz de que los servicios técnicos comprobaran que la empresa encargada de ejecutar el proyecto, ACS, había abierto las zanjas sin respetar las conducciones de agua, saneamiento y alumbrado público. Al igual que en Puig den Valls, también dejó el pavimento «hecho un desastre», según denunció en noviembre el concejal de Urbanismo, Vicente Riera, si bien en ese caso ACS cubrió las zanjas de hormigón sin fresar antes la superficie. También ha habido quejas en Sant Rafel sobre la actuación de ACS.