Magdalena Baeza está pensando en buscar un trabajo por las tardes para hacer frente a los gastos de su familia. María Marí no apuró todo su permiso de maternidad para incorporarse antes al trabajo. Ambas tienen hijos discapacitados, igual que Francisco Vingut, que están estudiando en colegios especiales en Palma. Magdalena es madre de Alejandro, de 14 años, con síndrome de down; María, de Jennifer, 13 años, que nació sorda, y Paco, de Javier, de 17 años, que es sordo. Hacen grandes sacrificios para dar a sus hijos una educación más adecuada a sus necesidades. «Una madre quiere lo mejor para sus hijos», señala María, que trabaja de cocinera y su marido, Juan Corral, de maquinista.
Sólo recibe una ayuda por la minusvalía. «El año pasado fui al Consell a pedir una ayuda, pero me la negaron ya que el transporte no entraba. Tenemos muy pocas ayudas», lamenta. Cada fin de semana su hija regresa a Eivissa, pero el domingo, de vuelta a Palma. «No se pueden ir los lunes, porque el billete es más caro el lunes». La desaparición de las tarifas minis en los billetes de avión ha afectado a estas familias de manera negativa.
María no acierta a comprender esta situación que no es exclusiva de ella en lugar como Eivissa. «Parece mentira que tanto que progresa la isla y no se tenga una ayuda para las personas que tienen este problema», reflexiona. Magdalena Baeza acumula los resguardos de los billetes de avión de su hijo. El año pasado recibió 541 euros de Sant Antoni. «Presenté toda la documentación el 28 de julio. El Ayuntamiento me da largas», recuerda. Aún no le han contestado acerca de su solicitud. «Tengo que pagar el colegio cada mes y si no pago los billetes tampoco se puede ir». dice. Del Ministerio de Educación recibe 1.200 euros y «el Consell me dijeron que iban a sacar unas becas de nueva creación para cubrir gastos como el de mi caso, pero no he visto un duro».