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Instinto animal

La presidenta de la Sociedad Protectora de Animales de Ibiza y Formentera comenta el trabajo de la asociación que representa

Elsa Gluck, presidenta de la Sociedad Protectora de Animales. Foto: M.T.

L as actividades de la Sociedad Protectora de Animales de Ibiza y Formentera comenzaron en 1976, año de fundación de este colectivo, el primero de defensa de los derechos de los animales creado en las Pitiüses. Desde entonces Elsa Gluck Rogg ha dedicado mucho tiempo a este menester. Propietaria de una tienda de moda, pintora y amante de la creatividad, Elsa siempre se ha sentido atraída por los animales, especialmente por sus tres gatos.

«Nuestras campañas se centran principalmente en la defensa y mejora de las condiciones de vida de los animales de compañía y llevamos prácticamente desde la fundación con la campaña de esterilización de perros y gatos», señala Elsa durante la entrevista, que explica que esta iniciativa consiste en pagar la mitad del tratamiento de esterilización de las hembras a las familias que por motivos económicos no pueden hacer frente a su pago. «Con este programa queremos reducir el número de perros y gatos abandonados que es un problema que nos ocupa desde nuestra fundación», explica Gluck, que insiste y aconseja a las personas que a la hora de adoptar un perro o gato se lo piensen bien. «La gente que no tiene tiempo para dedicarle a los animales no debería tenerlos. Los animales se aburren, se deprimen y sufren mucho si tienen problemas a la hora de hacer sus necesidades. Todo esto repercute en su salud», insiste la presidenta de la Protectora, que año tras año comprueba cómo las mascotas adoptadas por muchos niños acaban abandonadas o cuidadas por sus progenitores o se repiten casos de adultos que se desilusionan en cuanto ven crecer a su perro y éste no cumple ciertas expectativas.

La Sociedad Protectora de Animales, en la que colaboran un centenar de voluntarios, trabaja con otras agrupaciones.

«Tenemos que ser solidarios con el planeta y los consumidores de carne no tienen en cuenta que el animal que se cría para comer sufre. Además, para obtener un kilo de carne para consumo humano hacen falta 21 kilos de proteínas de plantas que servirían para alimentar a gente del Tercer Mundo», detalla Gluck. «No podemos cerrar los ojos ante estos temas», dice.

Respecto a la protesta que realizó en contra del sacrificio de corderos con motivo de la fiesta de la comunidad musulmana, Gluck es rotunda: «Pensamos que los sacrificios se tendrían que hacer con control facultativo. Sabemos que es un tema complejo, relacionado con la religión pero creemos que la mejor muerte para un animal es a través del aturdimiento, ya que mientras se desangra no es consciente», dice.

E. Estévez

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