Acaba de publicarse un interesante libro con el título «Ebusus 1936-1978. Una entitat eivissenca durant el franquisme», cuyos autores son Joan Cerdá Subirach y Rosa Rodríguez Branchat. El libro está muy bien documentado con una impecable información difícilmente refutable, pues básicamente se fundamenta en datos del libro de actas de la sociedad y documentos de la época, por lo tanto, y como se indica vulgarmente, lo que se dice va a misa, pero quizás en su mayor virtud radica su mayor defecto, pues fuera de esta información se estructura el libro, y pienso habría sido muy interesante haberlo complementado entrevistando a algunos socios que podrían haber aportado matices y explicado situaciones que vivió la sociedad y que naturalmente no se reflejan en el libro de actas, donde muchas veces se deja constancia de cómo se quiere que los hechos se conozcan en la posteridad. Hay que complementarlo buscando y descubriendo cosas notorias que forman parte de la historia de la sociedad. Aquí es donde pienso que podría haberse profundizado y explicado muchas más cosas. Capítulo aparte son las fotos que ilustran el libro, algunas muy novedosas y todas históricas. El libro en sí podría considerarse algo parcial a primera vista, pero analizándolo en profundidad creo que no lo es. Parcial se puede ser de dos formas diferentes: por contar sólo parte de una historia en vez de la totalidad de la misma o en el sentido de no ser objetivo y contar sólo lo que interesa y como sabemos, la verdad, como las monedas, pueden tener dos caras o dos versiones. Hechas estas reflexiones, reitero mi felicitación por la publicación de este libro y mi felicitación por la investigación y por haber tenido acceso, no sé si fácil o difícil, al libro de actas que yo creía era una información poco accesible y sólo de uso interno y custodiado por el Secretario y Presidente, como era en mis tiempos. De todas formas, no tiene mayor importancia, y no vamos a hacer de ello un «Watergate»; esto no es más que un simple e inocente comentario. Pasemos a hablar de la Sociedad Ebusus, tema de mi crónica, pues de eso se trata. Yo no soy crítico literario ni lo pretendo, es un simple comentario a modo de introducción. Creyendo que con el paso de los años ha evolucionado hasta dar un giro de 180 grados con respecto a sus bases fundacionales como «sociedad recreativa artístico-cultural», lo de artístico y cultural ha pasado a mejor vida. La cantidad de conciertos, coloquios, mesas redondas, lecturas de poesía, presentación de libros, representaciones teatrales, publicación de la revista «Ibiza», Salones Internacionales de Pintura, exposiciones individuales, conferencias de personalidades como Cela, Carmen Laforet, Ignacio Aldecoa, Jorge Guillen, etc. Y en cuanto a recreativo, aparte de los famosos bailes de Navidad, Fin de Año y Carnaval, se llegó a celebrar hasta un baile semanal con orquesta. Se tenía un grupo de excursionistas los domingos, se participaba con una hoguera por San Juan, con una verbena, y se colaboraba en casi todos los eventos insulares, fiestas patronales, Semana Santa. Son otros tiempos ahora los que vivimos, las cosas cambian y el ambiente es diferente, torres más altas han caído, como ejemplo el famoso y elitista «Círculo Mallorquín», hoy sede del Parlamento Balear, con el que conseguimos el acuerdo por el cual, con el carnet de socio de Ebusus, se pudiera entrar en el Círculo durante nuestras estancias en Palma y viceversa.
No pretendo que se mire en el pasado como espejo para el futuro, pero tal vez sí que se tendría que hacer alguna programación y reflexión de cara a los tiempos venideros para revitalizar la sociedad y recuperar en lo posible el prestigio y renombre que siempre había disfrutado entre la sociedad ibicenca. Recuerdo por ejemplo que para ser socio se requería ser avalado y apadrinado por dos socios de número que no fueran de la directiva y estar expuestos un mes en el tablón de anuncios y después venía una votación secreta en la Directiva con garbanzos blancos y negros y a más de uno que se le rechazó le originó auténticos sinsabores y disgustos. Hoy en día se tiene que ir con un candil para encontrar socios.