Después del éxito alcanzado durante la I Semana de la Moda Adlib, en el comité organizador nos dimos cuenta de que acabábamos de poner los cimientos de un nuevo movimiento muy especial y en un campo totalmente nuevo y desconocido en Eivissa, que podía generar muchos puestos de trabajo, importantes resultados económicos y una fuerte promoción para la isla: la moda. Era un mundo nuevo para todos nosotros y se tuvo que improvisar sobre la marcha. La década de los setenta fue básica y decisiva para consolidar esa nueva creatividad que estaba irrumpiendo con fuerza en la hasta entonces muy pueblerina sociedad, poco dada a sacudidas socioeconómicas.
Durante el decenio de los setenta se organizan puntualmente las semanas de la moda Adlib con resultados sorprendentemente espectaculares. La prensa nacional e internacional le dedica artículos, reportajes y portadas: Blanco y Negro, Telva, Vogue, Harper-Bazaar, etc, programas en las radios y televisiones se suceden. Tenemos unos pregoneros que eran un auténtico lujo: Antonio Gala, Natalia Figueroa, Pedro J. Ramírez, Pepe Oneto, Cándido Garrigues, Julián Lago, etc. Sus intervenciones son auténticas conferencias magistrales que pienso sería interesante recoger en un libro con motivo del 30 aniversario del Adlib y que no quede todo en meras palabras. En esta década aparecen nuevas firmas, nuevos creadores que se convierten rápidamente en grandes nombres a nivel nacional, destacan entre otros muchos Dora Herbst, Pandora, Paula's, Cantonada, Elena Deudero, Juanita Díaz, Nacho Ruiz, etc. Algunos de ellos con el tiempo abren boutiques en el extranjero como Dora Herbst o Paula's, otros dan el salto al continente donde se convierten en famosos a nivel nacional como Nacho Ruiz y algunos abren nuevos mercados en países lejanos de extremo oriente como Japón. Adlib vive su gran momento de expansión y esplendor.
El comité organizador, en el seno del Fomento de Turismo, dentro de nuestras escasas posibilidades (hasta las boutiques aportaban una colaboración pecuinaria con entusiasmo), procuraba invitar cada vez a un grupo de compradores que nos indicaban las propias boutiques. Este capítulo es básico para poder dar salida y comercializar la moda y que no quede reducido a algo meramente local. La respuesta es prometedora pues la mayoría de las veces no se puede hacer frente a todas las peticiones debido a la falta de infraestructura. Son muchos los grandes almacenes que tienen un escaparate dedicado exclusivamente a Eivissa y la moda Adlib. Como medida de promoción llegamos a tener un stand en el 'rastrillo' de Madrid con el nombre de «Ibiza-Adlib» regentada por un grupo de señoras entusiastas vinculadas con Eivissa. La caseta sale en todas las revistas siendo la más visitada.
Como indiqué antes, los medios económicos eran muy escasos; por tanto, no podíamos permitirnos el lujo de emplear las pasarelas modelos profesionales, así que reclutamos jóvenes que la mayoría de las veces pasaban las vacaciones en la isla o que estaban afincadas aquí, que más que desfilar bailaban en la pasarela, dando un aire libre, desenfadado y espontáneo y absolutamente nuevo, nunca visto en las pasarelas profesionales. Algunas boutiques aportaban sus propios maniquíes, como el caso de Paula's, a veces verdaderamente peculiares y sensacionales con señoras mayores, chicas gordas, pero siempre con un «alure» fantástico y novedoso. Para la música empleábamos pequeñas orquestas de hippies con sus vestimentas especiales, que le daban un colorido muy peculiar, y unos ruidos orientales, africanos y sudamericanos, todos muy pegadizos y más adecuados para bailar que para un desfile de moda. Con todos estos elementos atípicos se conseguían unos resultados originales e innovadores dentro del mundo de la moda. Esto era lo que entusiasmaba a los medios de información: asistir a un espectáculo diferente y único.