Hemos conservado lo que hemos podido y lo que no lo hemos
reformado», aseguró el capitán de yate Vicente Andrés que con su
hermano, el marinero Pablo, lleva un año junto a Bruno Raymón
arreglando una reliquia del mar llamada Amazón.
Procedente de Grecia, y con alrededor de 34 años de antigüedad,
este yate de 70 pies de eslora de la marca Baglietto fue comprado
especialmente para ser restaurado en la isla. El armador del barco,
Bruno, dueño de la casa de decoración la Maison de L'Elephant y a
su vez decorador del hotel de Pachá, del hotel Hacienda, del Sushi
Lounge, del restaurante 'El Ayún' y de tantísimas casas privadas de
la isla, quiso embarcarse en un nuevo concepto de renovación que
junto a su tripulación le ha llevado todo un año de trabajo.
«Estaba en muy mal estado», aseguró el restaurador que se ha decantado por la simplicidad a la hora de decorar y embellecer la nave: «Se ha hecho de la manera más barata que se puede hacer pero que para mí es la más bonita porque todos los barcos tienen demasiado lujo, demasiado oro, demasiado barníz y demasiada madera. Por eso éste tiene éxito, porque es simple y muy joven».
Para Bruno, el sobrelujo que existe en las embarcaciones de la
isla son para gente un poco mayor :«Éste a diferencia de otros está
adecuado a la gente de dinero pero joven que tienen alrededor de
los 40 años».
Se trata de una embarcación clásica de los años setenta que para
Bruno «eran mejor que las que hay ahora», remodelada con un chill
out e instalaciones de música tanto en proa como en popa, como en
cubierta y en su interior. Dotada de cuatro camarotes en los que se
pueden embarcar alrededor de diez personas, una cocina, y un salón
interior y restaurado todo con maderas nobles y pintura blanca,
«mantiene como estado original los armarios y algunos detalles». Se
trata de un barco que ya era vanguardista y que ahora cuenta con
«la simplicidad», que para Bruno es el secreto de la elegancia y el
buen gusto. L.A.