Tres trabajadores del Edificio Hogar Ibiza y aficionados a la pintura, un psicólogo, Mario Riera, una empleada de limpieza, Lourdes Ramos, y un camarero, Alfonso Márquez, creyeron que sería divertido unirse y montar una exposición en su lugar de trabajo con la pretensión de hacer su particular aportación cultural. La idea de hacer esta exposición surgió como una broma entre los trabajadores de aquí y para aprovechar este espacio, el bar, para darle un aire creativo», comenta uno de los autores.
Alfonso tuvo sus primeros contactos con la pintura desde pequeño. Para aprender ha tenido que acudir a algún curso en los que le han enseñado la base que él necesitaba para ser un pintor aficionado. El poco tiempo libre que tiene lo pasa pintando ya que es una afición que le libera y «cuando pinto me olvido de todo, incluso de los problemas. Es cuando mejor estoy», dice Márquez. Su fascinación por los animales la plasma en sus cuadros, a los que define de realistas, con cierto toque impresionista.
Por el contrario, Mario Riera deja de lado el realismo y se centra más en el arte abstracto con un estilo «muy libre y muy intuitivo», confiesa. De la pintura le gusta crear colores y una determinada atmósfera que sugiera algo. Aunque sea arte abstracto, sus cuadros siempre guardan un significado. Entre los expuestos, uno simboliza un amanecer, el otro, lo que se divisa desde un acantilado, con el juego de los grises, blancos y negros. En otro, uno de los más conceptuales, a través de un poema de Alberti, el cuadro toma su sentido. Es un aficionado que pinta para pasar el rato algo distraído. Lo que realmente le llama, dedica mucho de su tiempo y es su especialidad, es la poesía. Hace cuatro años que se acercó a ella: «Sin darte cuenta vas haciendo cuadros y al final los vas acumulando ». C.V.