Hace unos días, unos amigos que saben de mi relación con la casa de Alba, con cuya amistad me honro, me hicieron un regalo con motivo de estas próximas fiestas navideñas de un libro magníficamente presentado «La cocina de la casa de Alba», escrito por Eva Celada, periodista especializada en gastronomía. El libro es magnífico en todos los sentidos; texto, fotos y presentación, combinando perfectamente la historia de la Casa de Alba, las costumbres, el protocolo y la historia de la gastronomía (reproduciendo casi 200 recetas de cocina) de los duques desde el siglo XV al XXI, donde se puede estudiar la evolución de la cocina a través de los siglos. En las últimas recetas están reflejados los gustos de la actual Duquesa Cayetana. El libro está magníficamente editado con espléndidas fotos y reproducciones los cuadros siempre referente a manjares y tradiciones culinarias. Hay detalles curiosísimos como «Recetas infantiles» o «Menús para las madrizas que dan poca leche o de mala calidad», etcétera.
Es importante destacar junto a los platos más refinados y más exquisitamente elaborados, la incorporación a la lista de recetas de la cocina popular como: migas, gazpachos (la duquesa tiene más de 20 recetas) la tortilla de patatas, callos a la madrileña, etcétera.
Yo he tenido la suerte de compartir mesa en multitud de ocasiones con Cayetana y Jesús, sólo los tres y otras veces con comidas de muchos comensales, he podido apreciar la composición de menús de los más sencillos a los más complicados, siempre supervisados por Cayetana, impresionante anfitriona, y comprobar la forma perfecta de los menús equilibrados y fantásticamente combinados los diferentes platos. Tengo la impresión de que siempre piensa más en los gustos y preferencias de sus invitados que en los propios. A propósito de esto recuerdo que al final de sus vacaciones almorcé en «Saufabaguera» su casa de San Antonio y se sirvió un plató que fue especialmente de mi agrado y así se lo comenté a Cayetana. Al año siguiente en el primer almuerzo, ella que nunca repite menús, me sorprendió que se sirviera el mismo plato y comenté la «casualidad». Entonces Cayetana comentó como sin darle importancia «pero yo creía que este plato le había gustado mucho», y es que está en todo, llevando el control de los criados que tiene, los menús que les sirve y las preferencias y gustos de los comensales.
Ella considera que la cocina es un arte y tiene un gran interés por conocer nuevas recetas, a propósito, recuerdo otra simpática anécdota, durante una cena en el palacio de las Dueñas en Sevilla en la que está entre otros invitados El Litri, gran amigo de la Duquesa, vi a Cayetana muy animada hablando con el torero y Jesús me preguntó: «¿Sabes de qué hablan?» Conociendo la gran afición de Cayetana por los toros le contesté: «De la corrida en la Maestranza esta tarde». Jesús me contestó divertido: «No, cambian recetas de cocina».
Los menús son exquisitos y los ingredientes de primera calidad, pero las comidas no son ostentosas, ni aparatosas sino todo lo contrario, procurando crear un ambiente refinado y de buen gusto pero sin ninguna exageración. A pesar de tener grandes vajillas e impresionantes cristalerías y cuberterías. Normalmente la mesa impecablemente bien puesta, todo de un magnífico buen gusto cuidando la combinación de colores según el lugar donde se come, pero siempre buscando la comodidad de los invitados y que se sienta como en casa. Este clima consigue trasladarlo a las cenas o almuerzos importantes en sus palacios. Cayetana tiene la magnífica habilidad de en la sombra y entre bastidores saber hacerte la vida muy agradable como por arte de magia, consiguiendo que en la estancia en sus casas sea inolvidable. Nunca he conocido una mujer con el tacto, la delicadeza y la sutileza con que dirige sus casas y palacios cuidando los más mínimos detalles convirtiéndose en una de las mujeres más carismáticas del siglo. Y es que noblesse oblige.