El padre de Pablo Vicente Marí se fue de Eivissa para emigrar a Cuba y ya no tuvo la oportunidad de volver a su tierra natal. Aquí dejó a sus hermanos, a sus primos, a sus amigos. Nunca olvidó su procedencia y a menudo hablaba a sus hijos de su vida en la isla: las ovejas, el campo. De vez en cuando incluso tenía palabras en eivissenc para ellos. Pero Pablo, que tiene 68 años, no es capaz de recordarlas. Ahora visita por fin el lugar de donde sus raíces fueron arrancadas en busca de lo que en la época era una tierra de promesas. Vivió 4 años en Alemania y hasta el martes jamás había pisado suelo español. Dice que la organización y la limpieza -«no se ve ni un papelito por la calle», afirma-, es lo que más le ha impresionado. Curiosa percepción cuando es del desorden y de la falta de higiene urbana de lo que más nos solemos quejar. Cuestión de percepciones, supongo. Viene ilusionado con la idea de conocer a sus primohermanos. Sabe que uno tiene un restaurante en Sant Antoni, el París: «Si me oye en la radio que me espere. Como decimos en Cuba, ¡echenme un poco más de agua en la sopa, que voy p'allá!», exclama ante las grabadoras de los periodistas.
Su cachaza contrasta con la emoción incontenida de Lidia Clapés, que no puede evitar las lágrimas al encontrarse con sus primos. Recibe un ramo de flores, pero los abrazos apenas le dejan observarlo. A algunos, como a Bartolomé Noguera Clapés, ya lo conoce porque le visitó en Buenos Aires. Con el resto sólo ha intercambiado palabras por teléfono. Ahora le esperan en el aeropuerto para llevarla a Santa Eulària, localidad natal de su padre, que emigró a Argentina cuando era muy pequeño. Casi todo lo que conoce de Eivissa es lo que le contaban sus primas en sus visitas: «Que los paisajes son hermosos y que tiene unas playas preciosas. Ahora lo podré ver y conocer a todos. Es todo muy emocionante», exclama mientras aún seca sus lágrimas.
Pablo y Lidia son los protagonistas de la historia de un rencuentro. Ayer, se vivieron once distintas en el aeropuerto de Eivissa. Se trata de la edición de este año del proyecto Cinquena Illa, una iniciativa del Govern que tiene como objetivo obsequiar a las personas que dejaron Balears para emigrar a Latinoamérica o a sus descendientes con unos días de estancia en las islas. Así pueden conocer a sus familiares o, en caso de no tenerlos ya, conocer la tierra de la que proceden. En total participan en el Cinquena Illa de este año 76 personas. De las 10 que llegaron ayer a Eivissa cuatro son de Argentina, cinco de Cuba y una de Uruguay. I. Muñoz