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Agua bendita para los vehículos

La festividad de Sant Cristòfol volvió a marcar la vida cotidiana en dos puntos de Eivissa, es Canar y el barrio de sa Capelleta

El obispo, ayer, en sa Capelleta, en la bendición de vehículos. FOTO: GERMÁN G. LAMA

La tradición volvió a reunir a los vecinos del barrio de Sa Capelleta para la celebración del día de Sant Cristòfol, patrón de los conductores.

Los primeros en comenzar la tarde de festejos fueron los niños con la fiesta del agua que desde hace tres años se celebra oficialmente en el parque Reina Sofía: «Aquí comienzan los niños y acabamos todos mojados», comentaba el tesorero de la asociación de vecinos de Sa Capelleta, Miguel Àngel Cerdá, antes de rememorar esta antigua costumbre de Eivissa: «Antes, todos los niños tiraban agua desde los balcones y había que aguantarse, pero ahora debemos acotar esta fiesta porque a la gente no le cae bien que se le moje por la calle».

Las pistolas colores flúor suplantaron en 2005 a lo que antiguamente eran globos de agua pero la diversión fue la misma para las decenas de niños del barrio y de la ciudad que, congregados en el parque, no dejaron a nadie sin su cuota de agua.

El día del patrón de los conductores también contó con la acostumbrada bendición de coches antiguos que este año fue realizada por el nuevo obispo de las Pitiüses, Vicente Juan Segura, encargado también de ofrecer la homilía en honor a Sant Cristòfol en la capilla del colegio Nuestra Señora de la Consolación.

«Lo encuentro un señor que quiere adaptarse a nosotros», comentaba el presidente de la asociación, Vicent Costa, sobre el religioso que, al igual que el antiguo obispo Agustín Cortés, será el encargado de oficiar la misa de cada día grande en honor al Santo.

Protagonizada por doce vehículos antiguos de la década de los años 50 pertenecientes al Classic Automòvil Club de Eivissa, la caravana para la bendición comenzó a rodar a las 21,00 horas frente al colegio de Sa Consolación después de que la banda de la agrupación musical Nuestra Señora de los Dolores desfilara por las calles del barrio.

A su fin, fue el momento de la invitación a bunyols, vino dulce y coca de Sant Cristòfol, preparada nada menos que para 500 personas por las monjas del Convento de Sant Cristòfol.

Luciana Aversa

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